El paso de las tormentas por la comarca del Alto Palancia, en Castellón, ha sacado a relucir los terribles efectos del incendio de Bejís, que calcinó unas 20.000 hectáreas de paraje natural. El río Palancia ofrece la más clara muestra de este desastre natural: sus aguas bajan de color negro como consecuencia de las cenizas que arrastra su cauce desde la zona cero del incendio forestal.

Los más de 30 litros por metro cuadrado caídos durante el jueves en zonas del Alto Palancia han reactivado ese arrastre de los restos del incendio, en lo que se denomina chapapote de monte.

¿Qué es el chapapote de monte?

El suelo quemado se impermeabiliza y la madera calcinada y las cenizas quedan flotando en el agua que fluye tras las tormentas. El aspecto es como una materia viscosa, similar al chapapote, de ahí su nombre. Los expertos advierten que este fenómeno puede llegar, incluso a taponar cauces fluviales. En el aspecto medioambiental, la incorrecta oxigenación del agua por este chapapote de monte acaba con la vida de muchas especies de peces de río, mientras que si este chapapote llega al mar también puede afectar al ecosistema marino más próximo a la desembocadura.

Greenpeace ya alertado de los peligros de este chapapote de monte, sobre todo en un año, este 2022, que ha sido de los peores de lo que llevamos de siglo en lo que respecta a incendios forestales en España.