El boom de la energía solar tiene un doble beneficio medioambiental y económico, por ser limpia y eficiente ante la escalada de precios de la electricidad. Pero expertos de Castellón han querido dar una voz de alerta sobre el impacto visual que ya se está generando al no haber ordenanzas municipales que unifiquen criterios de colocación para minimizar el impacto visual. «Si no ordenamos ahora, en el inicio, se podría llegar a producir en nuestros pueblos y ciudades una situación similar a cuando nuestros tejados eran una plantación de antenas o nuestras fachadas un mosaico de aparatos de climatización, desfigurando la estética urbana», indicó el presidente del Colegio Territorial de Arquitectos de Castellón y vicedirector en la UJI de la Escuela Superior de Tecnología y Ciencias Experimentales, Ángel Pitarch, que ha elaborado un informe y lanzado una propuesta de regulación «hacia la excelencia», junto al doctor en Ingeniería Industrial, Vicente J. Molés, excientífico visitante en la Harvard University en Boston. Ambos han elaborado este estudio con propuestas, a título particular.
«No todas las placas crean igual impacto visual, pero es especialmente hiriente en entornos urbanos tradicionales sin normativa de protección»
Positivo, pero con control
«En la transición a las energías renovables --que consideran positiva-- se aprecia ya en nuestras ciudades y pueblos como están proliferando las instalaciones solares fotovoltaicas en las cubiertas de los edificios con disposiciones que en ocasiones generan importantes impactos visuales, afectando a la imagen urbana y al bienestar de conciudadanos y visitantes», señalan.
«Hay zonas con valor patrimonial y paisajístico que, si se alteran de forma inadecuada, causan un cambio indeseado de la imagen urbana»
Por ello, consideran que «las propuestas de instalaciones de solar fotovoltaica deben realizarse con criterios técnicos que maximicen la producción energética, pero deben ser también respetuosa con el entorno urbano, integrándolas en los edificios y buscando el menor impacto visual o una estética agradable». En ello, consideran que los ayuntamientos juegan «un rol fundamental y urge asesorarles porque deben regular y supervisar las soluciones solares admisibles en sus cascos urbanos y centros históricos». Ingenieros industriales y arquitectos, a través de sus respectivos colegios profesionales, «podemos y queremos contribuir, asesorando y guiando en la instalación y en el diseño en cuanto a estética y a dimensiones».
¿Qué soluciones se pueden dar?
Para Pitarch y Molés, «en algunos casos, la alternativa entre colocar los paneles directamente apoyados sobre la cubierta inclinada e integrados en ella (disposición coplanar) y la inclinación y orientación óptima no produce una mejora significativa en la eficiencia comparado con el enorme impacto visual». Por ello, «si la configuración del edificio impide una instalación con estética adecuada, habrá que ver soluciones no convencionales y más integradas, o deslocalizar la instalación con fórmulas de autoconsumo colectivo, si es posible».
Plantear supeditar la bonificación fiscal a cumplir criterios estéticos
Tanto el arquitecto como el ingeniero industrial consideran que la transición ecológica «se ha hecho con premura y abundantes ayudas para su implantación, pero la dispersión normativa no está ayudando, puesto que, según el municipio, se aplican diferentes procedimientos de autorización administrativa y bonificaciones fiscales».
Pitarch y Molés apuestan porque «se podría realizar una supervisión por los técnicos municipales con el apoyo de una ordenanza reguladora de las instalaciones solares (térmicas y fotovoltaicas) que defina los parámetros estéticos necesarios para preservar la imagen urbana, y el procedimiento de concesión de la autorización; licencia de obra o instalación con un control previo o declaración responsable con control una vez ejecutada». También plantean que las ordenanzas que sí regulan los incentivos para instalar condicionen las ayudas a cumplir ciertas reglas estéticas a añadir.