El Periódico Mediterráneo

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REPORTAJE

¿Conoces estas tres anécdotas del rey Jaume I en Castellón?

Tres expertos de Castellón recopilan pasajes en torno a la figura del Conquistador en este 9 d'Octubre

¿Conoces estas tres anécdotas del rey Jaume I en Castellón?

Tres expertos de Castellón recopilan estas tres anécdotas históricas en torno a la figura del rey Jaume I en el 9 'Octubre. ¿Sabías que....?

Na Violant y el ‘laude arbitral’

Tonico Gascó. Mediterráneo

Por Tonico Gascó, cronista oficial de la Ciutat de Castelló: "Violant d’Hongria, esposa de Jaume I --conquistador y creador de la villa de Castelló--, jugó un papel importante en una cuestión política. Una vez conquistado el territorio a manos de los musulmanes hubo una sublevación importante que capitaneó Al Azrak y Jaime I desterró a los moriscos del área de Castellón a la Serra d’Espadan. Esto molestó mucho al señor de Castellón, el infante Pedro de Portugal, que tuvo problemas con el rey y llegaron incluso a las armas. Se había quedado sin cultivadores de las tierras que le había dejado Jaime I, hasta que intervino Violant, una mujer de indiscutible talento político. Terció entre ambos con un laudo arbitral: Le entregó al infante otras tierras, cercanas a Sagunto; y se estableció la validez de la fundación de Castelló como villa regia, de mandato directo del monarca. Ese laude aún lo lee Na Violant cada año en fiestas de la Magdalena". 

Estrategia militar en Burriana

Josep Lluís Gil. Mediterráneo

Por Josep Lluís Gil, inspector de Patrimonio. "Blasco de Alagón, tras ejercer de espía comercial en el reino de Valencia musulmán, recomienda a Jaume I iniciar la Reconquista no por Morella, sino en Burriana, por su valía comercial. Ciudad-mercado y costera, es caer Burriana y se van rindiendo todos los castillos y núcleos del norte y sur hasta Sagunto por su dependencia comercial. En su estrategia militar innova al bajar al Ejército desde Teruel por Jérica y Segorbe y hacia Burriana. Las provisiones y máquinas de guerra las envía con dos galeras al Grau, y bloquea el acceso marítimo. El río de Burriana tiene un tramo navegable y agua dulce. Prueba una torre de asalto, que fracasa. Y de 15 días que pensaban, le costó ganar dos meses. Al final expulsó a más de 7.000 habitantes, que no se rendían, a Mascarell, donde tenía el Rey su campamento. Así, la Conquista la inicia desde el sur y bloquea la ayuda por mar o tierra desde València".

Del privilegio a   la ocupación

Javier Palomo. Manolo Nebot

Por Javier Palomo, novelista y autor del libro histórico 'La Roca del Migjorn'. Adaptación de uno de los fragmentos de la obra: "Jaume I se hallaba en Lleida con su lugarteniente Ximèn Pérez de Arenós. «-Sería conveniente que otorgaseis licencia de traslado del castillo de Castelló a la Plana, señor. Necesitamos reforzar la implantación de los repobladores que acuden a tomar posesión de las propiedades otorgadas. La fuerza de la ley dará legitimidad a la colonización». «-Tenéis razón». Con el escribano preparado, don Jaume dictó el privilegio: «Nos, Jaume, damos licencia e íntegra potestad a Vos, para que podáis cambiar la Villa de Castelló de Borriana a cualquier lugar dentro del término del castillo de Castelló». (…) Una noche, la tranquila vida de los musulmanes de las alquerías de la Plana cambió para siempre. -¡Allahu Akbar!-- se oyó la llamada de alarma del muecín. Una caravana de cientos de luces bajaba del castillo como una larga cadena de luciérnagas. Los cristianos iban a tomar posesión de sus tierras". (*)

Mapa de la época de las alquerías del término. Mediterráneo / La roca del migjorn

*(Versión extensa de la obra literaria)

"El rey se encontraba en Lleida con Ximèn Pérez de Arenós y sus consejeros Guerau de Aguiló, el almirante Pere Carròs, Guillem de Montcada, Ramon de Timor y Jofre de Rocabertí. El lugarteniente, hombre conocedor del derecho, tomó la palabra.

—Sería conveniente que dieseis licencia de traslado del castillo de Castelló a la Plana, Señor. Necesitamos reforzar la implantación de los repobladores que acuden a tomar posesión de las propiedades otorgadas. La fuerza de la ley dará legitimidad a la colonización.

—Tenéis razón. Tomad instrumentos de escritura, Guillem. Con el escribano preparado, don Jaume dictó el privilegio de traslado.

«Noverint universi quod Nos, Jaume, por la Gracia de Dios rey de Aragón, de Mallorcas y de Valencia, conde de Barcelona y de Urgell y señor de Montpellier, por Nos y por los nuestros, damos licencia e íntegra potestad a Vos, dilecto nuestro, don Ximèn Pérez de Arenós, lugarteniente en el Reino de Valencia, para que podáis cambiar la Villa de Castelló de Borriana a cualquier lugar que os parezca dentro del término del mismo castillo de Castelló. Dada en Lleida el ocho de septiembre del año del Señor de mil doscientos cincuenta y uno».

El rey estampó su signo al pie del documento y, a continuación, lo hizo el notario real Guillem Escrivà. Los consejeros firmaron el documento como testigos.

(…) Ximèn Pérez de Arenós se reunió con Miquel Mateu para notificarle la firma del documento de traslado.

—Es una mutatio villae —explicó el lugarteniente, consciente del cambio jurídico que aquel decreto suponía— que comporta el traslado de la capitalidad política y administrativa del término desde la fortaleza a Benirabe, conservando el mismo nombre de Castelló, con los nuevos emplazamientos del mercado, la escribanía, la sede de la parroquia, los hornos y la herrería. El castillo viejo no tendrá ya la consideración de villa. Para Miquel el otorgamiento del privilegio de traslado representaba el orgullo de ver legitimada la transformación llevada a cabo por los pobladores del castillo.

(…) Al igual que el resto de los musulmanes que todavía resistían en la alquería de Almalafa, Mahmud se despertó bruscamente. La llamada de alarma del muecín se oía claramente en la quietud de la noche.

—¡Allahu Akbar! Una larga caravana de cientos de luces descendía del castillo como una cadena de luciérnagas.

—¿Quiénes son, padre? —le preguntó su hijo Hasan.

—Son los rumís. Hoy es un día triste para nosotros.

Vio que la expedición llegaba a Taxida y se disgregaba en diversos grupos que se dirigían a las diferentes alquerías. Mahmud no perdió el tiempo. En plena noche se vistió, cogió una antorcha y se encaminó hacia la plaza, donde sus vecinos acudían con la misma inquietud que él.

—Vienen los cristianos. Estamos perdidos.

Las opiniones se decantaban por abandonar sus propiedades, pero algunos pobladores afirmaban que preferían resistir o sumarse al ejército que se defendía en la sierra de Espadà.

—No mientras yo esté vivo —se oía—. Nadie va a expulsarme de mi tierra.

Lo cierto es que nadie tenía respuesta para una situación que, aunque el rey cristiano había prometido que no se produciría, todos sabían desde hacía tiempo que acabaría por hacerse realidad.

(…) La nueva villa se encontraba en plena ebullición, con todos los hombres colaborando en el trabajo de construcción. Al oeste del camino de Borriana, el maestro había dado orden de arrancar los campos de algarrobos y almendros. Aquella gran explanada sería el núcleo central de Castelló. Miquel trasladó al terreno los planos que había dibujado con tanto esmero. Con estacas y cuerdas delimitaba el espacio que correspondería a la plaza de la iglesia y las casas y calles que la rodearían, con un trazado de líneas paralelas y perpendiculares. Los hombres, a las órdenes de Andreu, se apresuraban a participar en el trabajo. Los carpinteros no daban abasto en la fabricación de encofrados para los muros de las viviendas, que ya habían empezado en el camino de Borriol, así como también los edificios que ya prometía la vieja carta de Benimahomet y que el lugarteniente Pérez de Arenós estaba decidido a llevar a cabo: el horno, la herrería y la escribanía. Tal era la actividad de las obras de las casas que la de la iglesia parecía encallada, sin las manos suficientes para sacarla adelante. Consciente de que el templo era primordial en el proyecto que el rey le había encomendado, compartió este problema con Andreu. —Es indispensable que la acometamos pronto, y su fábrica requerirá de todos los peones —dijo pensativo. —Ya sabes quién te podría ayudar a encontrar las manos que te faltan. Trágate tu orgullo, Miquel. Mientras no hagas las paces con fray Honori no conseguirás construirla. —Quizá tengas razón".

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