En un contexto energético extremadamente tensionado, cualquier anuncio de calado deja rápidamente sus consecuencias. El pasado 5 de octubre, la OPEP+ -formada por los principales países exportadores de petróleo y sus aliados, entre ellos Rusia- decidió que dejaría de bombear dos millones de barriles por día, un anuncio -dictado pese a la oposición durante semanas de Estados Unidos- que resultó más drástico de lo esperado inicialmente y que perfilaba un futuro a corto plazo de subidas en el precio de los carburantes. Dicho y hecho.
Porque tanto el diésel como la gasolina, tras unas semanas marcadas por las bajadas continuas, no han parado de elevar su coste desde que se conociera la decisión. En concreto, entre ese 5 de octubre y este lunes 10 -último día con datos del Ministerio para la Transición Ecológica- el litro de gasolina en la Comunitat Valenciana ha pasado -sin tener en cuenta en esta cifra la bonificación de 20 céntimos por litro del Gobierno- de 1,696 euros de media a 1,743 euros, lo que representa casi cinco céntimos de subida en menos de seis jornadas. Ese incremento, echando 50 litros al depósito, supone que el ticket se ha encarecido casi tres euros, quedándose en los 77,15 con la ayuda estatal.
En paralelo, todavía más importante en este periodo ha sido el alza en los costes que se ha dado en el gasóleo. El pasado lunes el litro sin el descuento se colocaba en 1,915 euros, casi diez céntimos más que el 5 de octubre (1,82) y un avance peligroso hacia los 2 euros/litro que marcó en negativo el mes de junio. Esta subida, si se compara lo que costaba añadir 50 litros al vehículo entre ambos días, ha provocado un alza de casi cinco euros (de 81 a 85,75 euros) en la factura.
Sin haber tocado techo
La amenaza, sin embargo, no parece haber tocado su techo. Porque el coste del barril de petróleo, uno de los factores clave para saber cómo puede ser la evolución en el futuro cercano de los precios de los carburantes, continúa incrementándose ante un futuro de mayor incertidumbre por contextos como el de la guerra de Ucrania -y sus consecuencias- y de menor oferta de crudo derivada de la decisión de la OPEP+, tomada tras unas semanas a la baja en los precios para evitar que el coste del barril se redujera más allá de los límites deseados.
En concreto el Brent, utilizado como indicador por el Viejo Continente, se ha disparado un 6,8 % en la última semana y media, acercándose cada vez más el coste del barril a los 100 euros (de los 88,78 euros se ha pasado ya a los 94,83). La previsión, según han ido pronosticando diversos expertos en los últimos días, es que este acabe superando esa barrera antes de que acabe el año, un momento en el que buena parte de Europa estará experimentando -más que otros años por el conflicto ucraniano- el impacto energético del invierno.
La situación de las gasolineras
Pero, más allá de este incremento de precios que golpea y golpeará los bolsillos de los consumidores, el contexto energético valenciano también encuentra una amenaza en la viabilidad actual de las gasolineras. El método con el que se aplica el descuento del Ejecutivo central, que consiste en que los empresarios adelantan el dinero del descuento (de los 20 céntimos, 15 los financia el Gobierno y cinco las petroleras) y, a posteriori, el Ministerio de Hacienda les devuelve el anticipo, está empezando a pasar factura a las estaciones e incluso hay varias en el territorio valenciano, singularmente en Castelló, que aseguran haber dejado de vender combustible porque ya no pueden pagarlo.
