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ECONOMÍA

El tope del gas desangra a tiendas y bares de Castellón con recibos de luz inasumibles

Los empresarios denuncian facturas un 300% más caras y avisan que su situación es crítica

José Javier Casañ, de la panadería José María de Benicàssim, muestra la «desorbitada» factura de la luz del mes de agosto. MANOLO NEBOT ROCHERA

José Javier Casañ casi se cae al suelo el día que le llegó la factura de la luz del mes de agosto. Este forner de Benicàssim, que forma parte de la quinta generación de la emblemática panadería José María, estaba acostumbrado a abonar una tarifa que ronda los 1.100 euros, pero la de esta vez se ha llevado la palma: 3.299,90 euros. Y con el recibo de septiembre ha ocurrido más de lo mismo. «Es una barbaridad. Jamás había pagado tanto dinero por la electricidad. Nos están desangrando», lamenta este empresario. Lo más grave, asegura indignado, ha sido descubrir la letra pequeña, ya que de esos casi 3.300 euros, el 47,7% (1.575 euros) corresponden al llamado tope del gas.

El mecanismo planteado por el Gobierno y autorizado por la Unión Europea (UE) para tratar de controlar el precio del gas y frenar la escalada de la luz entró en vigor a mediados de junio y contempla una compensación para las plantas que generan electricidad con gas. El problema es que quienes pagan esa compensación son los consumidores, de ahí que muchos están recibiendo ya facturas que duplican o incluso triplican las del año pasado. «Estamos asustados. ¿Qué tenemos que hacer, volver a subir la barra de pan?», reflexiona Casañ, miembro del Gremio de Panaderos de Castellón, un colectivo que preside Juan R. Adsuara. «La situación es gravísima y con estas facturas tan desorbitadas hay compañeros que no sabe si van a poder llegar a Navidad», reconoce Adsuara. 

Las panaderías consideran que el tope del gas es «un robo a mano armada» pero no son, ni mucho menos, los únicos negocios de la provincia afectados por unos estratosféricos recibos de la luz. Bares, restaurantes y hoteles están en la misma situación y el enfado entre los empresarios es monumental. «La crisis energética nos está machacando y el clamor es unánime en la hostelería. Tenemos un problema de costes, no de demanda», apunta Luis Martí, vicepresidente ejecutivo de la patronal Ashotur y presidente en Castellón de la Confederación Empresarial de la Comunitat (CEV).

Rafael Pitarch, copropietario del popular restaurante Casa Paquita de Eslida, es uno de los incontables hosteleros que dice sentirse como si le hubieran atracado. «Se han pasado tres pueblos. La factura de la luz de agosto me costó 5.000 euros, mientras que la del año pasado fue de 2.000. Y en septiembre, pese a que cerré una semana por vacaciones, he pagado 2.700 euros. De esa cantidad, 1.500 es por el tope del gas», resume este empresario».

La gota que colma el vaso

En Casa Paquita tiemblan cada vez que les llega el recibo de la luz y eso que este establecimiento se abastece de energía fotovoltaica. «Aún teniendo placas solares, la factura es inasumible, y a esto hay que añadir las subidas de precios de todo lo demás», se lamenta Pitarch mientras hace hincapié en que la situación de todos los locales de restauración es prácticamente la misma y critica que nadie les de una solución. «Lo que están haciendo con nosotros es ponernos una alfombra para que cerremos. Nos sentimos indefensos», acaba.

Bares y restaurantes se las ven y se las desean para cuadrar números y las facturas de la luz a las que tienen que hacer frente los hoteles también son inasumibles. «El recibo se ha multiplicado por cuatro. Es una auténtica vergüenza y lo único que van a conseguir con todo esto es que cerremos todos», explica Pablo Ripollés, gerente del Cardenal Ram de Morella.

Idéntica situación es la que describe Francisco Ribera, director del Gran Hotel Peñíscola. «Las cuantías a las que estamos haciendo frente son descomunales y las facturas se han multiplicado por tres respecto al 2019. La fiesta del Gobierno la estamos pagando las empresas y los consumidores», argumenta. Ribera, que es también presidente de la asociación de empresarios turísticos de la ciudad del Papa Luna, asegura que el sobrecoste energético supone para un hotel dos euros por habitación y día. «La situación es inaguantable. O cerramos o tendremos que repercutirlo en el cliente y, al final, si suben los precios el turismo se resentirá», dice.

(Con información de J. Ortí y E. Bellido). 

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