La Càtedra Ciutat de Castelló de la UJI organiza, con la colaboración de Mediterráneo, un desayuno informativo sobre Incertidumbre geopolítica y escenarios económicos, que tendrá lugar el 17 de noviembre, a las 9.30 horas, en el hotel Intur de Castelló, con la participación del exministro Miguel Sebastián y el general Francisco José Dacoba. El director de esta cátedra, Juan Ángel Lafuente, avanza algunas de las cuestiones que abordarán.

(Los interesados en asistir pueden realizar su inscripción pinchando aquí).

¿Cree que el conflicto de Ucrania y su resolución pueden modificar el orden internacional conocido hasta ahora?

Creo que no. En Europa, una vez termine el conflicto, permanecerá la tensión geoestratégica Este (Rusia-China)–Oeste (OTAN). Y a nivel económico, la Norte (países desarrollados)–Sur (países pobres y en vías de desarrollo).

¿Cuáles son las claves que han marcado el inicio y desarrollo de esta guerra?

Quizás el carácter inesperado de una invasión tan temprana. Si bien había tensión geopolítica, y los servicios de inteligencia americanos advertían de un peligro de ataque real, yo siempre estimaba como relativamente algo más probable que el conflicto no estallase hasta al menos pasados 1 ó 2 meses después de finalizar los juegos olímpicos de invierno de Beijing en China. En todo caso, la incertidumbre era máxima. Con relación al desarrollo, quizás no mucha gente imaginaba que David (Ucrania) pudiese resistir a Goliat. El apoyo internacional, y especialmente el de EEUU ha sido clave. Por ejemplo, la tecnología HIMAR (High Mobility Artillery Rocket System), es un sistema de cohetes de artillería de alta movilidad capaz de utilizar diferentes tipos de misiles guiados por GPS y con un alcance de hasta 80 kilómetros.

En su opinión, actualmente, ¿a qué retos se enfrenta la comunidad internacional?

El más importante es el de llegar a una resolución del conflicto. Esta situación es negativa para el bienestar mundial. En la normalización de la situación, es necesario que la diplomacia recuerde que el origen de los conflictos étnicos, religiosos (población rusa con religión ortodoxa y población de religión musulmana) y fronterizos ya comenzó desde la época de Gorbachov. La progresiva desintegración de la antigua URSS ha dado origen a nuevos Estados soberanos, lo que a su vez ha incrementado la tensión geopolítica en la polaridad Este-Oeste.

¿Qué relevancia tienen las posibles alianzas y nuevas adhesiones a la OTAN en el desarrollo y resolución del conflicto?

En el caso de países fronterizos, es necesario dialogar entre todas las partes. Para entender qué puede suceder con una nueva adhesión a la OTAN, elemento clave en el caso de Ucrania, podemos revisar el pasado reciente. Recordemos las hostilidades que tuvieron lugar entre Armenia y Azerbaiyán en 2020. Estuvieron caracterizadas por el apoyo militar de Turquía a Azerbaiyán, lo que derivó en una tensión entre Rusia y Turquía. Rusia acabó mediando para una tregua, pero desplegó con posterioridad una fuerza militar en Armenia. Un conflicto resuelto siempre deja una rivalidad latente. Pero debe ser controlable para que no derive a un nuevo conflicto. En el caso citado, desafortunadamente, el conflicto volvió a estallar a comienzo de 2022 y ha continuado hasta septiembre de 2022.

¿Qué opinión le merecen las amenazas nucleares expresadas por Rusia y las posibles respuestas de los países que apoyan a Rusia?

Creo que forma parte de la estrategia de Rusia atendiendo a la evolución inesperadamente desfavorable del conflicto para ella. Este tipo de declaraciones aumenta de forma considerable la sensación de amenaza entre los ciudadanos rusos y les hace más proclives a apoyar el conflicto: "necesitamos defendernos de la amenaza exterior". Por dar un dato reciente, en abril de 2022, el thinktank del Chicago Council on Global Affairs publicaba un informe donde estimaba que el 83% de los ciudadanos rusos consideraban una amenaza crítica el estallido de un conflicto nuclear. Sin duda, el porcentaje resulta llamativamente elevado, pues en última instancia me quedo con la frase del presidente Joe Biden: una guerra nuclear no puede ganarse. Con el potencial actual mataría a muchos millones de personas, destruiría la economía y envenenaría el planeta.

Esta guerra ha supuesto el ‘shock’ de oferta negativo más importante de los últimos 50 años, favoreciendo la estanflación

El factor energético está jugando un papel clave en la economía internacional y en las propias de diferentes países. ¿Cuáles son, a su juicio, las naciones que pueden sufrir consecuencias más negativas?

En un mundo globalizado, que todavía depende crucialmente de la energía derivada de los combustibles fósiles, el impacto es negativo a nivel mundial. El incremento de los costes derivados de la energía tiende a reducir el crecimiento en los países desarrollados, lo que reduce, asimismo, el bienestar en los países en vías de desarrollo. 

¿Cuáles son las principales consecuencias económicas, a corto y medio plazo, de este conflicto?

Sin duda alguna, este conflicto ha sido el shock de oferta negativo más importante desde los años 70 del siglo anterior, es decir, de los últimos 50 años. La evolución reciente de la economía mundial ha sido su creciente globalización, pero una economía globalizada está más expuesta a este tipo de shocks inesperados. El encarecimiento de la energía y de las materias primas, junto con una mayor escasez de inputs para los productos con mayor contenido tecnológico (semiconductores, por ejemplo) ha incrementado sustancialmente los precios de los productos que consumimos; en el caso de los alimentos la tensión inflacionista está a niveles nunca observados previamente. El aumento de los precios de los alimentos y la energía tiende a producir efectos estanflacionarios, es decir, reduce la producción y el gasto y eleva los precios. Esta combinación es la peor posible. La inflación tiende a retrasar las decisiones de consumo. En el actual escenario vemos como, de acuerdo con las estadísticas de ANFAC (Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones), la venta de coches en octubre ha caído un 14% en términos interanuales. A nivel agregado podemos observar una tendencia decreciente del consumo a partir de los indicadores elaborados por BBVA Research con big data. Tanto para consumo on line como físico pagado con tarjeta de crédito. Hemos aprendido de la experiencia americana de los años 70 que corregir la inflación es el único camino para retornar a la senda de crecimiento. Y esto pasa por es una política monetaria restrictiva, es decir, de subidas de tipos de interés, que es la que está implementando la Reserva Federal y el Banco Central Europeo. Pero la transición puede ser un camino difícil, en el sentido de pasar por una recesión.

¿El análisis de la geopolítica y los escenarios económicos internacionales puede ayudar a interpretar ciertas coyunturas nacionales?

Creo que sí. Toni Roldán recordaba en su interesante y reciente artículo Lo que los economistas no entendemos de la política un aspecto psicológico de gran importancia en los humanos. Una vez que nos consideramos parte de un grupo, generamos autoestima de pertenencia al mismo y tendemos a comportarnos en línea con las normas percibidas y los estereotipos asociados con la identidad del grupo. Y esto genera un sesgo. Un sesgo de ser progresista, de ser conservador, de residir desde largo tiempo (o haber nacido) en un determinado lugar de nuestro territorio, o de ser aficionado de un determinado equipo de fútbol. No reconocer los sesgos incentiva la radicalización. Pero esta causalidad no puede justificar el transgredir las normas establecidas y el Estado de derecho.

¿Qué papel pueden jugar estos factores en la realidad de los ciudadanos castellonenses?

Hemos visto como el sector azulejero está reduciendo la producción. Como hemos dicho, es una consecuencia transitoria del incremento de los costes energéticos. El último indicador adelantado de inflación en España es un excelente dato y apunta al camino de estabilidad. Este puede acelerarse si se acaba negociando el final del conflicto, tal y como está sugiriendo de forma clara EEUU a Ucrania.