El Periódico Mediterráneo

Adiós a un clásico de Castellón: El tren ‘arrolla’ al Asador 7 de Julio

El acceso ferroviario a PortCastelló, con una inversión que supera los 150 millones de euros, se llevará por delante uno de los restaurantes más emblemáticos de la ciudad

Texto: Elena Aguilar - Fotos: Manolo Nebot - Diseño: Juan Carlos Gozalbo

¿Quién no ha estado alguna vez en el Asador 7 de Julio de Castelló? Situado en el número 101 de la avenida Valencia, este restaurante es uno de los más conocidos y queridos de la provincia. Por sus salones, inaugurados el día de San Fermín del 2002, han pasado miles de personas, pero ahora está a punto de escribir la última página de su historia. El 7 de Julio cierra sus puertas y lo hace obligado por el inminente inicio de las obras del acceso ferroviario sur al Puerto de Castellón. «La vía del tren pasará justo por el medio del restaurante, así que tenemos que decir adiós», cuenta Rufino Brioso, el propietario.

“Nos quedan meses, como mucho cuatro o cinco”

Con una inversión de 150 millones de euros, el tren que servirá para dar salida a las mercancías que llegan a PortCastelló significará también la muerte de uno los templos de la cocina en la provincia. «Nos quedan meses, como mucho cuatro o cinco. Estamos esperado a que se adjudique la obra para que nos digan exactamente cuándo van a entrar las máquinas, pero podría ser entre marzo y abril», señala Brioso que se emocionada cada vez que piensa en los momentos vividos. «Pierdo el asador pero me llevo un montón de amigos y amigas. Me faltan palabras para describir el aprecio que siento por la gente de Castellón», describe este empresario de origen extremeño pero afincado en València y que descarta abrir otro establecimiento en la ciudad. «Este local es irrepetible. Soy propietario de otros tres 7 de Julio, pero el de Castelló es la joya de la corona. No habrá otro», apunta.

El recorrido de un local con mucha historia

Aunque han pasado algo más de veinte años, este empresario recuerda perfectamente cómo se gestó el 7 de Julio. «Yo ya tenía un asador en Valencia y decidí apostar por Castelló. Compramos los terrenos a Monfort y las obras del restaurante duraron año y medio. Y todo ese tiempo estuve al pie del cañón, incluso dormía aquí», rememora.

La expropiación y el dolor por el despido de los trabajadores

Más allá de las historias que esconden los muros del asador, el propietario reivindica un trato justo por parte de la Administración y está dispuesto a pelear para que se le compense por el prejuicio que le va a suponer el cierre. «Este local tiene 1.500 metros cuadrados y, si contamos el párking, estamos hablando de unos 4.000 metros. Adif solo nos expropia lo que necesita para hacer la obra. Por ejemplo, nos expropia uno de los olivos centenarios del aparcamiento, pero el otro no. ¿Y para que quiero yo el árbol que dejan? lamenta, que reclama que Adif valore tanto el daño emergente como el lucro cesante.

La plantilla del restaurante

La plantilla del restaurante

16 empleos directos y otros 16 ‘extras’ afectados

El cierre supondrá también que los 16 profesionales que forman parte de la plantilla se queden en la calle. "La mayoría llevan trabajando aquí muchísimos años. Somos una familia y lamento que se queden sin empleo. Algunos, por la edad que tienen ya se van a prejubilar", cuenta Brioso, que con el dinero de la indemnización va a tener que hacerse cargo del despido y el finiquito de la plantilla. Además de los indefinidos, el asador da empleo a otros 16 profesionales que acuden como 'extras'.

Una inversión de 70.000 euros para nada

Lo de despedir a los trabajadores es un palo, y de los grandes, y el empresario lamenta también la forma en la que se enteró de la noticia. «Fue gracias a Mediterráneo. Vimos los planos y enseguida adivinamos que la vía iba a pasar por el local», señala. No obstante, no fue hasta mucho después cuando Adif le enseñó los mapas al detalle. «El tren, que en este tramo irá en trinchera, pasará justo por el centro del restaurante, la barra y la cocina», describe mientras lamenta la falta de transparencia de la Administración. «Poco antes del verano hice una inversión de 70.000 euros e instalé placas solares. Pedimos licencia al Ayuntamiento y en ningún momento nos dijo que por ahí iba a pasar el tren. ¡A ver qué hago yo ahora con los paneles!».

Rufino Brioso, propietario del Asador 7 de julio

Rufino Brioso, propietario del Asador 7 de julio

"Cuando abrimos había que reservar con semanas de antelación”

Levantar este coloso se la restauración costó 1,2 millones de euros de la época y en cada rincón está la huella de su propietario. «Antes de dedicarme a la hostelería yo era artesano de la madera. Las lámparas, los pilares... los he hecho yo», explica, que no oculta su orgullo por todo lo que ha significado el 7 de julio. «Cuando abrimos fue un boom. Había que reservar con semanas de antelación y eso que aquí caben más de 400 personas». Ahora el asador sigue siendo un local de éxito.

Los jamones de Martín Palermo

Políticos, empresarios, aficionados a la caza, grupos de amigos, compañeros de trabajo, familias... la lista de clientes del 7 de Julio es interminable. Y entre los incondicionales del asador están también los deportistas, fundamentalmente futbolistas. «Aquí han comido prácticamente todos los jugadores del Castellón y el Villarreal», describe orgulloso que, a modo de anécdota, cuenta la relación que tuvo con el examarillo Martín Palermo. «Por cada gol que metía le dábamos un jamón. Y le regalamos 22 ó 24».

Descubre de primera mano lo que nos cuenta Rufino, el propietario

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