Según datos del Instituto Nacional de Estadística

Solo el 0,2% de las explotaciones agrícolas de Castellón logra relevo generacional

Apenas 63 jóvenes menores de 25 años están al frente de un cultivo o ganadería en la provincia. La mitad de los responsables ya están en edad de jubilación, lo que acelera el abandono de tierras

Iván Checa

Iván Checa

Apenas el 0,2% de las explotaciones agrícolas y ganaderas de la provincia de Castellón tiene asegurado el relevo generacional al tener al mando a un joven menor de 25 años. 

Un dato que refleja claramente el envejecimiento que padece el sector primario en la provincia, según arrojan los últimos resultados de la estructura técnica de explotaciones del Instituto Nacional de Estadística (INE). De hecho, ratifica la tendencia que la mitad de los responsables castellonenses de una explotación ya superen los 65 años de edad y, por lo tanto, estén en edad de jubilarse.

Si se observan el resto de grupos etarios el escenario no mejora. Los otros cuatro de cada diez responsables de explotaciones podrán retirarse de la vida laboral dentro de diez años, lo que de no incorporarse más jóvenes a este sector haría que hasta el 75% estén en peligro de desaparecer.

El secretario general de la Unió Llauradora, Carles Peris, analiza que el principal handicap «es que hay una inseguridad económica en el sector dado que los precios son bajos y no tenemos garantía de rentabilidad».

Por su parte, su homólogo de Ava-Asaja, Juan Salvador Torres, coincide en que el problema fundamental que sufre el sector y que lleva a esta situación es la falta de rentabilidad: «La gente joven o ve que puede tener unas condiciones mínimas o no se dedica al campo», señala el representante de la entidad, poniendo como ejemplo que «en la anterior crisis muchos jóvenes se pusieron a cultivar tierras pero no duraron mucho más de un año».

«Mientras no se corrija ese factor y los cultivos sean rentables no cambiará la tendencia ni habrá relevo generacional, ya que por mucha ayudas que se lancen no valdrán para nada», asegura Juan Salvador, poniendo la lupa sobre las duras condiciones de vida que llevan a los jóvenes a otros sectores.

La consecuencia más directa de este envejecimiento y la ausencia de relevo es el abandono de tierras. En 20 años la provincia ha perdido 47.273 hectáreas dedicadas al cultivo, de ellas 35.638 en los últimos diez años, lo que plasma que el problema se agrava con el paso del tiempo. En cifras más claras, cada año se dejan de explotar 2.360 hectáreas en Castellón o, lo que es lo mismo, lo equivalente a 1.180 campos de fútbol.

Incentivos

Existen diferentes iniciativas desde la administración, tanto estatal como autonómica, que pretenden dar la vuelta a esta tendencia. Un total de 130 jóvenes agricultores de la provincia recibieron el año pasado una ayuda directa con una consignación global de 249.741 euros, es decir, casi 1.800 euros de media por cada perceptor que se incorporó al sector primario.

No obstante, Peris considera que «faltan ayudas para la primera incorporación y las que hay siempre dejan a alguien excluido por falta de presupuesto». Salvador también aqueja la reiterada «falta de medidas» desde la administración «mande quien mande» y «pese a los compromisos».

Entre las propuestas desde el sector existen algunas como un tipo de fiscalidad especial para los jóvenes que se incorporen, según sostiene el secretario general de la Unió, o apoyo para las familias que no son tradicionalmente agricultoras y quieren comprar tierras para dedicarse al sector, lo que «al final también constituye un gran escollo al tener que hacer una inversión importante».

Imagen y burocracia

Las organizaciones de agricultores hacen referencia también a la necesidad de mejorar la imagen que se transmite del campo. «Hace muchos años que la sociedad lanza el mensaje de dedicarse antes a otros sectores que al primario, lo que tampoco es un factor positivo para que los jóvenes se incorporen», añade Peris al respecto.

Mientras, desde Ava-Asaja apuntan a la necesidad de reducir la burocracia que los jóvenes deben afrontar para acceder a las convocatorias de ayudas o poner en marcha su actividad según establece la normativa, pues resulta otro de los factores fácilmente solucionables que suponen un freno muchas veces a que el sector logre relevo generacional. 

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