TRADICIÓN

El roscón de Reyes resiste a la escalada de precios en Castellón

Desde las figuritas a la energía o la harina, todo ha subido de precio, pero los obradores ajustan sus beneficios para que el dulce más típico de Reyes siga en la mesa de los castellonenses

Obrador Forn Blanch de Castelló confeccionan roscones de Reyes

Obrador Forn Blanch de Castelló confeccionan roscones de Reyes / ERIK PRADAS

Carmen Tomás Armelles

Carmen Tomás Armelles

Los obradores registran los últimos días un ritmo frenético para preparar con mimo uno de los dulces más típicos de estas fiestas navideñas. Miles de roscones coronarán los banquetes castellonenses, con rellenos cada vez más variados. Desde los innovadores, como los de oreo o de pasta de requesón tipo flaó, a los de nata y trufa, cabello, crema, boniato o mazapán. Pero el que triunfa de verdad es el de nata. Así lo explica el maestro mayor del Gremi de Forners de Castelló, César Solsona: «Si hago 10 de mazapán, de nata son 30», señalaba, a modo de ejemplo.

Resiste a la crisis

La demanda de este rico postre ha aumentado casi el doble respecto al año pasado, según relata el maestro mayor. «Ha subido la venta y el roscón lo tienen muy presente. No puede ser que cierre la Navidad sin probar uno», manifestaba este profesional.

Subida de costes

Y eso que los hornos tradicionales han experimentado un notable incremento de los costes. Para empezar, las materias primas se han encarecido. «La nata  ha subido hasta un 30%, la mantequilla la estamos pagando a precio de oro --10 euros el kilo más IVA-, una caja de huevos ya vale 54 euros... Una burrada», ejemplifica. Y no solo eso. También los precios de la energía se han duplicado o más. «De luz pagaba entre 600 y 700 euros, ahora son 1.600», desvela. Incluso las figuritas valen más. A pesar de ello, los profesionales del sector han evitado trasladar todo ese incremento a sus clientes.

«La subida de costes la hemos notado una barbaridad. Lo único es que nosotros hemos mantenido los precios del año pasado, pero la harina por ejemplo ha subido un 300%», apuntaba Bienve Valcárcel, de panadería pastelería Blanch de Castelló. «Nosotros solemos tener el mismo volumen de pedidos, pero la gente se ha enterado de que hacíamos también roscones y hemos tenido mucha demanda», señalaba Varcárcel.

 «Es una locura el margen que nos queda. Si no fuera porque faena hay mucha y estamos trabajando bien, no se podría aguantar», aseveraba el maestro mayor.

Menos hornos

En la otra cara de la moneda está el hecho de que cada vez hay menos hornos tradicionales en la provincia, lamentaba Solsona. 

Y el reto es enganchar a los clientes para que sigan confiando en ellos cada día. «Lo estamos pasando verdaderamente mal. Entre impuestos y materias primas no tenemos apenas margen», señalaba Solsona. «Tú puedes cambiar precios una vez al año, pero no todas las semanas porque la gente no lo entiende», señala. «Implica un montón de horas más a coste cero», reflexiona.

La calidad del tradicional

Aunque hoy día pueden encontrarse estas roscas con muñequitos y habas prácticamente en cualquier establecimiento --desde gasolineras a grandes superficies--, la gente está volviendo a confiar en el tradicional. «Los hornos de toda la vida estamos luchando por ofrecer un producto de calidad, con buena materia prima e ingredientes naturales. Con una masa madre, de panquemao o brioche, que lleva mantequilla o esencia, agua de azahar... No tenemos competencia», opina Solsona. «Puede que haya diferencia en el precio, pero la gente lo entiende».

Actividad intensa

Y es que estas Navidades la actividad ha sido intensa. «Desde finales de noviembre empezamos ya a hacer panetones, luego el roscón, entre medio la flor de turrón...», señalaban desde Pastelería Blanch. Hoy será el día de más demanda, cuando se entregarán todos los roscones.

CASTELLON. OBRADOR FORN BLANCH. ROSCON REYES

CASTELLON. OBRADOR FORN BLANCH. ROSCON REYES / ERIK PRADAS

Solo quedará cortar la masa en porciones e hincarle el diente con la esperanza de no toparse con el haba, no vaya a ser que nos toque pagar. O la ilusión de dar con la figurita y coronarnos el rey (o reina) de la fiesta. Sea como fuere, lo importante es compartirlo y quedarse con el buen sabor de boca que siempre ofrece un roscón tradicional.