BEJÍS

Incendios de 6ª generación

Análisis de Dionis Montesinos, bombero forestal

Archivo. Los bomberos de Diputación de Castellón junto con todo el dispositivo de extinción siguen trabajando en el incendio forestal .

Archivo. Los bomberos de Diputación de Castellón junto con todo el dispositivo de extinción siguen trabajando en el incendio forestal . / Diputación de Castellón

Dionis Montesinos

Empieza la temporada de incendios en marzo, mal augurio para las próximas décadas. Es un asunto complejo de soluciones difíciles. Bejís ya nos avisó de la posibilidad de incendios de sexta generación, caracterizados por comportamientos extremos del fuego con piroconvecciones y pirocúmulos que cambian el comportamiento del incendio y con velocidades de propagación que llegan a sobrepasar a los equipos de extinción.

Estos comportamientos que hace un tiempo se hubieran considerado como algo inaudito en la Comunitat se están convirtiendo desgraciadamente en algo habitual. Los incendios en nuestra región empiezan a ser considerados con mayor frecuencia fuera de la capacidad de extinción por parte de los operativos que trabajamos en el terreno. Unos dispositivos que, a veces, tan solo podemos centrarnos en la protección de viviendas, vidas y patrimonio.

Esta situación se ha originado hace más de 30 años con el abandono de las zonas rurales y se ha agravado por el cambio climático. A medida que dejamos que avance la masa forestal por la despoblación y el abandono rural, la incidencia de los factores climáticos en los incendios aumenta. Hoy podemos decir, sin género de duda, que tenemos en Castellón bosques fuera de su rango climático y con un elevado estrés hídrico. En este contexto, la gestión estratégica y sostenible de los bosques y sus incendios es una asignatura pendiente a mejorar.

Según la Agencia Estatal de Meteorología, el mes de julio del 2022 fue el mes más cálido en España desde que existen registros oficiales. Y este 2023 no pinta mejor. A estas graves cifras hay que añadirle la famosa regla de los 30 ampliada: temperaturas por encima de los 30 grados, humedad relativa por debajo de los 30, vientos de más de 30 km/h, con una orografía con más de 30 grados de inclinaciones y un abandono de las zonas rurales de más de 30 años.

La primera cuestión a valorar es si, como dijo recientemente el secretario general de la ONU, «la bomba de tiempo climática está en marcha, pero aún estamos a tiempo de desactivarla», mientras que la segunda es si estamos dispuestos a afrontar la paradoja de la extinción o si, por el contrario, existen otras alternativas centradas en la prevención.