El daño que dejan las llamas del Alto Mijares

Los bomberos logran salvar la única granja de pollos del Alto Mijares, aunque presenta numerosos desperfectos, al igual que diversas explotaciones de apicultores

Un bombero le envió a Miguel fotos de sus colmenas perdidas

Un bombero le envió a Miguel fotos de sus colmenas perdidas / MÒNICA MIRA

Ahora toca hacer recuento de los daños sufridos. Tras la angustia del desalojo y la alegría del regreso, es momento de cuantificar las pérdidas que deja el fuego. Sin duda, los ganaderos están entre los grandes perjudicados del fuego del Alto Mijares.

Uno de ellos es Rubén del Prado. Tiene una granja en Montán con 17.000 pollos, la única de estas características en la comarca. «El fuego ha llegado hasta las ventanas, que se han quemado, y también ha afectado a las tuberías, pero los pollos se han salvado a pesar de que todo el humo entró», explicó ayer Rubén, antes de poder acceder a estas instalaciones que suponen su fuente de ingresos. «Los bomberos han estado refrescándolo todo y han ido echándole agua a los animales», detalló el propietario de una explotación avícola.

Granja de pollos. Las llamas han arrasado todos los alrededores.

Granja de pollos. Las llamas han arrasado todos los alrededores. / MÒNICA MIRA

«Sientes una gran impotencia, los bomberos son los que me han ido informando de cómo estaban los animales», indicó este ganadero, quien lamentó que ahora «hay por delante un enorme gasto por las reparaciones».

Colmenas calcinadas

El padre de Miguel Ibáñez no ha dormido ni una sola noche desde que el fuego comenzó a arrasar el Alto Mijares, su hogar. En su pensamiento estaban sus abejas. Apicultor por herencia familiar, ha transmitido a sus hijos esa conexión con las productoras de miel y principales polinizadoras, garantes de la pervivencia y reproducción de la flora no solo en ese territorio, sino en todo el planeta.

Hasta 200 colmenas tenían dadas de alta en los registros oficiales para su explotación en una actividad que, si bien no es la profesión de esta familia de Montán, es parte de su patrimonio personal. «Mi padre lo heredó de mi abuelo y él del suyo, y ahora ha llegado a sus descendientes», explica.

En los peores días del incendio, desde Zucaina, municipio al que se trasladaron cuando se produjo el desalojo de Montán, tenían la esperanza de que la carretera a Montanejos cumpliera su función de cortafuegos y sus colmenares se salvaran. Cuando les llegaron noticias del salto de las llamas, las buenas expectativas se disiparon por la incertidumbre.

«La vida, de repente se da la vuelta sin que puedas hacer nada», afirma. La tristeza se agudiza cuando piensa en que días antes planificaban el traslado de las colmenas --como es costumbre en estas fechas-- a zonas de cítricos para hacer miel de azahar. El fuego precipitó los acontecimientos. Con el incendio en su apogeo, «pedimos permiso al Puesto de Mando Avanzado para que nos dejara cargar las colmenas para trasladarlas y nos lo dieron, pero entonces el incendio saltó la carretera y ya no pudimos acceder a Montán para coger al camión», lamenta.

Han perdido unas 70 colmenas... o quizás más. Este fin de semana harán balance. Miguel explica que el apicultor afronta muchas dificultades. El fuego ha sido una más, pero el sentimiento que les une al oficio, es más fuerte. Volverán a empezar.