El tiempo es muy relativo. Han pasado solo 2 meses desde que nos dejaste y aquí abajo pesan como 2 años. Era inimaginable que nos pudiera pasar esto. Otra vez. Que nos volvieran a quitar otro pilar. Te prometimos ser fuertes, pero siendo honesta, no tengo claro de dónde vamos a sacar las fuerzas para aguantar una vida sin ti.
Suena a tópico, pero eres consciente del vacío que dejas, del agujero negro en el que ahora nos vemos sumidos. Porque, como ya te dije, eras luz. Una luz que hacía brillar a los demás también. Que lo llenaba todo con su sola presencia. No puedo mirar las fotos sin pensar que ya jamás volveré a tener esa sensación. Que ya no habrá otra oportunidad para ser seis en Navidad.
No me puedo creer siquiera que esté escribiendo esto. Y eso que eres mi primer pensamiento al despertar y el último cuando me voy a dormir.
Imagino que ahora solo quedan eso, recuerdos. Recuerdos preciosos de cuando la vida parecía menos cruel porque tú estabas a nuestro lado.
Aquí, en este lado, oscuro pero no marchito, te estaremos esperando y queriendo. Ya sabes: «para que tú al volver no encuentres nada extraño. Y sea como ayer, y nunca más dejarnos».