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La meca del ‘esmorzar’ está en el corazón de la Serra d’Espadà

La llamada «cultura del almuerzo» ha crecido a marchas forzadas. Mientras en algunas ciudades las propuestas se alejan de lo popular, existe un bastión del ‘esmorzar’ de toda la vida. Es Alfondeguilla, donde dos de sus tres bares tienen el galardón Cacau d’Or, el Oscar de los almuerzos

La terraza del bar Ca Mario, en Alfondeguilla.

La terraza del bar Ca Mario, en Alfondeguilla. / Pablo Ramón Ochoa

Pablo Ramón Ochoa

Alfondeguilla

Alfondeguilla tiene 873 habitantes, según el Instituto Nacional de Estadística. El pequeño municipio, que ejerce de puerta de la Serra d’Espadà, apenas tiene tres bares-restaurantes. Pero resulta que dos de ellos tienen el Cacau d’Or, el codiciado galardón en el cada vez más vibrante mundo de los esmorzars. El dato es llamativo de por sí, pero destaca todavía más cuando los alfondeguilleros añaden una carta ganadora más a la mesa: «Somos el único pueblo de la provincia de Castellón con dos bares que tienen el Cacau d’Or», dicen con orgullo los gerentes de Ca Mario, Mario Martín, y de Les Cholines, María Teresa Bou, entrevistados por Mediterráneo. 

Visitantes de toda la Comunitat

Estos dos locales son los dos artífices de que Alfondeguilla se haya convertido en estos últimos años en la meca del esmorzar no solo en la provincia, sino también en la Comunitat Valenciana en general. Los premios Cacau d’Or acaban de anunciar la apertura de plazo para la presentación de candidaturas de su décima edición, que premia a los mejores lugares para llevar a cabo lo que la organización denomina como «cultura del almuerzo», pero en Alfondeguilla lo verán desde la barrera: el galardón luce sobre las clásicas barras de aluminio de Ca Mario y de Les Cholines.

Primero le llegó el reconocimiento a Ca Mario, con una propuesta rompedora que inició hace doce años: «A mí siempre me ha gustado almorzar bien. Mi intención era dar la experiencia total de almorzar, y eso solo se puede hacer sabiendo que el almuerzo es una comida para gente trabajadora. Los valencianos no desayunamos fuerte, cuando nos vamos a trabajar salimos de casa apenas con un café porque sabemos que en poco tiempo pararemos y almorzaremos. Y esa tiene que ser la mejor comida del día».

Mario, el gerente del bar Ca Mario, posa mientras sus parroquianos debaten y almuerzan.

Mario, el gerente del bar Ca Mario, posa mientras sus parroquianos debaten y almuerzan. / Pablo Ramón Ochoa

Hace ya tres años, Les Cholines hizo historia para darle a Alfondeguilla la segunda medalla en lo que vendrían a ser los Juegos Olímpicos del esmorzar. «Fue señal de que trabajamos bien. Abrimos a las siete de la mañana y a partir de las nueve empezamos a servir el almuerzo. Lo seguimos llevando muy bien después del premio», afirma María Teresa.

Retroalimentación

Es común ver a los pueblos divididos por cualquier cosa, con miradas de recelo cuando al vecino le va mejor que a uno, alegrándose de si le pasa algo que le fastidia. En Alfondeguilla, con Ca Mario y Les Cholines, parece ser al revés. Las dos propuestas se han beneficiado la una de la otra. «Los días que Mario cierra nos manda los clientes a nosotros, y al revés, igual», cuenta María Teresa. En Les Cholines se alegraron «mucho cuando le dieron el premio a él» y eso hizo que ellos también elevaran el nivel. «Amor con amor se paga», sentencia María Teresa al respecto.

A la izquierda, María Teresa, de Les Cholines de Alfondeguilla, junto a su hermana, a la derecha.

A la izquierda, María Teresa, de Les Cholines de Alfondeguilla, junto a su hermana, a la derecha. / Pablo Ramón Ochoa

Mario cree los dos bares se han «retroalimentado. «Los dos velamos por que la experiencia sea agradable, yo cuando abro los tengo como referencia: trato de intentar mejorar su experiencia y a ellos también les supone un impulso», considera el hostelero.

En definitiva, si a ambos les va bien, supondrá que le irá mejor a la economía de Alfondeguilla, amenazada por la despoblación como todo el interior de Castellón.

El precio justo

Tanto Mario como María Teresa tienen claro que un almuerzo popular tiene que ser eso mismo:_tanto en lo que respecta al sustantivo como al adjetivo. Por eso mantienen precios ajustados a pesar de haberlos tenido que subir por la inflación de los pasados años; pero al mismo tiempo los dos enfatizan la importancia de que «un almuerzo es un almuerzo». «Hay gente que viene a las 13.15 y hay que decirle que no, que ahora te esperas. Si tú vienes a las 13.15 lo que vas a hacer es la comida, no el almuerzo», dice, tajante. Él sabe que suena «purista», y que cuando alguien le pide «pulpo braseado o gambas rojas» se enciende un poco. «Si quieres, puedes llamarle brunch, pero no almuerzo», sentencia.

«Nosotros servimos almuerzos hasta las 12.00 horas a 7,5 euros con carajillo y el completo a 8 euros, pero a partir de ahí ya no, ya pagas el precio de una comida», recalca María Teresa tras la barra de Les Cholines, a solo cien metros y un par de minutos caminando de Ca Mario por el carrer Major. 

La parada ideal en la etapa

Los bares de Alfondeguilla se benefician de ser una parada estratégica en las rutas ciclistas de los aficionados que salen con la bicicleta los fines de semana.

El pueblo está en una curva de la CV-230 que lleva al popular puerto de montaña del Marianet y que se adentra en Espadà. También está a los pies del pico de Castro, una cima asequible con vistas magníficas de la Plana. Es por esas actividades que el almuerzo, en Alfondeguilla, es un premio al esfuerzo. Quizá una cerveza y un chupito de la casa no sea lo más saludable para un deportista, pero por las caras y el buen ambiente de quienes van a almorzar a Ca Mario y Les Cholines parece que lo compaginan.

«Yo, hasta que nos dieron el Cacau d’Or, no sabía que existía este movimiento», recalca Mario, quien antes que hostelero fue obrero y estuvo sentado en las mesas de los bares almorzando, una pasión que le hizo dar el paso a abrir el local hace 12 años. En Les Cholines llevan más de medio siglo atendiendo, ya que María Teresa y su hermana cogieron el negocio familiar de manos de su padre.

La esencia del almuerzo

La popularidad imparable de esa «cultura del almuerzo» ha hecho que el público aumente y que muchas veces, en muchos sitios, se altere el concepto tradicional del almuerzo, con precios por encima de los 12 euros en València. Mario habla sobre esa posible gentrificación del almuerzo: «Cuando una actividad se convierte en un sector económico, aparecen flipados. Pero a mí no me gusta fliparme a costa de flipados». Por cierto, en Alfondeguilla se pronuncian: «A esta comida se le llama esmorzar, no esmorzaret como se ha tratado de instalar desde València», indica, contundente, Mario. 

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