Así trabaja un repartidor de Glovo en Castelló (sin saber si será contratado)

La polémica por los falsos autónomos que, según Gobierno y sindicatos, tiene la empresa, ha llevado a esta empresa a anunciar que formará una plantilla

La repartidora Nataly espera a que salga un pedido en la plaza Huerto Sogueros de Castelló.

La repartidora Nataly espera a que salga un pedido en la plaza Huerto Sogueros de Castelló. / Mediterráneo

Pablo Ramón Ochoa

Pablo Ramón Ochoa

Castellón

Coger la bicicleta o el monopatín a las 10.00, parar a las 16.00. Volver a ponerse sobre dos ruedas a las 18.00 y no dejar de repartir pedidos hasta las 0.00 o la 1.00 del día siguiente. Ese es el horario diario, sin festivos ni vacaciones, del ejército de repartidores que todos los días carga una mochila a sus espaldas y recorre las calles de Castelló y otras localidades de la provincia. Muchos de esos bolsos que conservan la comida caliente son amarillos, pertenecientes a la empresa española Glovo, propiedad del grupo alemán Delivery Hero. Pero las personas que los llevan no son trabajadores con contrato, sino que están dados de alta de autónomos.

La ley Rider impulsada por el Gobierno ha puesto patas arriba al sector y Glovo anunció a principios de mes que cambiará su modelo y meterá en plantilla a sus repartidores. Su consejero delegado, Oscar Pierre, dijo ante la Justicia que lo hace para evitar conflictos legales en los tribunales y con Inspección de Trabajo, después de que la Fiscalía denunciase a la empresa por utilizar falsos autónomos. Aseguran que buscan la «paz social» y Trabajo calcula que la empresa de reparto deberá abonar unos 270 millones de euros en cotizaciones impagadas hasta el momento a estos autónomos que ahora quiere incorporar.

Sin parar

Y mientras ocurre todo ese galimatías legal, los pedidos se tienen que seguir entregando y los trabajadores, en su mayoría migrantes en situaciones económicas precarias, pedalean sin saber qué pasará con ellos en el futuro.

Mediterráneo ha hablado con varios de estos repartidores y las sensaciones están divididas, ya que las circunstancias personales pesan mucho, sobre todo en los casos en los que los trabajadores son personas sin papeles que alquilan cuentas de otros repartidores para trabajar mientras tratan de regularizarse en España. Parece evidente que, en esos casos, el paso a trabajador fijo es complicado.

"No da para pagar la gestoría"

Los que predominan son los casos como los de Nataly, una venezolana de 22 años que lleva cinco en España y que ejemplifica a la perfección el caso de autónomo trabajando para Glovo. «Por ahora me sirve porque pago la cuota de 86 euros, ya que es mi primer año como autónoma, pero si tuviera que pagar la cuota entera buscaría otro trabajo. No se gana tanto como para pagar la gestoría o las trimestrales de Hacienda», cuenta.

Esta joven repartidora se desempeña en Glovo desde las 11.30 hasta las 23.30 (el tiempo se lo organiza ella, en lo que es la mayor ventaja de este tipo de trabajo). «En un festivo puedo ganar entre 40 y 45 euros, pero si es un día normal, se pueden hacer unos 30 ó 35 euros. Y hay chicos que cuando hay muy pocos pedidos sacan 10 euros en todo el día», reconoce.

«A veces es un poco duro ser autónomo, yo pienso que si Glovo implementa lo de los contratos a un buen sueldo, y que realmente a la persona le pueda funcionar para trabajar, será excelente», afirma Nataly. Ella sí podría beneficiarse, pero hay compañeros que no.

El también venezolano Jordan llegó hace dos meses desde su país. «Este es el chance que tengo para trabajar. Si Glovo decide contratar a gente, en este momento para mí será malo porque no tengo permiso y me quedaría sin trabajo», expresa Jordan. Él pedalea 13 horas al día y dice haber conseguido hasta 80 euros en un día, «entre semana 30 o 40». «Pero a veces es frustrante porque uno tiene que lidiar con clientes que a veces son muy gruñones», lamenta.

Sin derechos básicos

El secretario general de la federación de Servicios de CCOO en Castellón, Javi Porcar, valora «positivamente» a este diario la decisión de Glovo.

«Estos falsos autónomos no estaban teniendo derechos básicos como vacaciones retribuidas, permisos, derecho a indemnización y a representación legal... Es una animalada la cantidad de dinero que Glovo dejaba sin aportar, y está claro que hay subordinación», denuncia Porcar. 

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