REPORTAJE: Comercio de proximidad en Castellón

Las últimas pescaderías tradicionales de Castellón resisten con innovación, calidad y redes sociales

Si las panaderías se van borrando del mapa de barrios, las tiendas de pescado fresco van a la zaga. Buscan atraer clientela joven con productos adhoc: sin espinas, al vacío o elaborados como hamburguesas. Las ventas por WhatsApp ya suponen un tercio.

Los vendedores/as de pescado, custodios de un oficio de un valor incalculable.

Los vendedores/as de pescado, custodios de un oficio de un valor incalculable. / Mediterráneo

El comercio de barrio libra una dura batalla en los últimos años, en Castellón y toda España, frente a la competencia de las grandes superficies, internet y la palpable desmotivación para el relevo generacional. Si las panaderías ya vienen desapareciendo del mapa, sufriendo progresivos cierres, la carrera es más acelerada si cabe con las pescaderías tradicionales, cuyo gancho es el producto fresco y de proximidad de las lonjas. Una oportunidad de servicio a la población que no se puede dejar perder y que los autónomos afrontan con nuevas estrategias de venta para aliviar el problema añadido del cambio de hábitos y la caída del consumo por parte de los jóvenes. Unas pocas pescaderías subsisten en puestos dentro de mercados municipales y otra parte, minoría, se establece en locales propios.

Cada vez menos

En Castellón las cifras aportadas por la Asociación Profesional de Empresarios Detallistas de Pescado de Valencia (Amipeval) -en base a datos del Instituto Nacional de Estadística (INE)- reflejan la sangría y el progresivo cierre de pescaderías en la provincia de Castellón: los autónomos que tenían un negocio de este tipo han caído un 20% en el último lustro, de 87 que tenían subida la persiana en los diferentes municipios a finales del 2018; en el 2023 solo quedaban 69.

Cada persona consumió 18,5 kg de pescado en 2023

Pescado fresco, del Puerto a las pescaderías tradicionales, directo.

Pescado fresco, del Puerto a las pescaderías tradicionales, directo. / Mediterráneo

Estudio para lanzar estrategias

El presidente de Confecomerç Castellón, Juan Adsuara, corrobora que «actividades comerciales de gran tradición como las pescaderías se enfrentan a la falta de relevo generacional». ¿Qué hacer? La asociación quiere estudiar el mapa del ecosistema de emprendimiento en el comercio de toda la Comunitat, un proyecto con apoyo de la Conselleria, «que permitirá trazar un marco estratégico para ayudar en la sucesión empresarial y atraer talento joven al sector».

Freno generacional

En opinión de Adsuara, «en un mundo globalizado como el actual, no nos damos cuenta de la importancia que representa contar con profesionales de oficios como las pescaderías, carnicerías, panaderías, que de generación en generación han venido transmitiendo ese conocimiento, especialización y alta cualificación, ofreciendo un servicio de cercanía y atención personalizada, y que con su actividad hacen crecer la economía local, fomentado el consumo de pescado local y sostenible, evitando la sobreexplotación y reduciendo la huella de carbono». «No solo proporcionan productos frescos y de calidad sino que son el eslabón final de la cadena que ayuda a promover la economía de los pescadores locales y las lonjas», declaró. 

Los comercios de pescado fresco han caído un 20%, con la cifra más baja de los últimos 5 años

Innovación y redes sociales

¿La solución? Las redes sociales son un revulsivo que los pescateros de Castellón están aprovechando más tras redescubrirlo en pandemia. La Federación Nacional de Asociaciones Provinciales de Empresarios Detallistas de Pescados y Productos Congelados (Fedepesca) sostiene que en pleno covid un 80% de pedidos a estas tiendas se hizo a distancia (por teléfono o internet). En 2019 esa cuota no llegaba al 1%; y este 2024 supone ya el 30% de ventas, sobre todo vía WhatsApp.

Según el informe de Amipeval -que bebe del Ministerio- en este 2024 cada persona ha consumido 18,38 kilos de pecado y gastado 201 euros, algo inferior al 2023, con 18,56 kilos y 202,3 euros. En España quedan unas 10.000 pescaderías tradicionales, frente a las 12.600 en el 2007; y cada año bajan la persiana más de 300. Es un sector con más cuota de empleadas mujeres (casi el 53%); y un tercio son autónomos.

Mónica Hernández (Burriana)

Mónica Hernández, de Pescadería Mónica, en Burriana.

Mónica Hernández, de Pescadería Mónica, en Burriana. / Mediterráneo

Y qué mejor que hablar con testimonios directos. En Burriana, bastión pesquero con puerto y lonja, Mónica Hernández está al frente de Mónica pescadería. «El día a día es difícil porque los hábitos están cambiando y la clientela principal es mayor. Los jóvenes buscan más la comodidad y aunque vienen a comprar, sobre todo los sábados, y les gusta, luego cuesta más que vuelvan porque van más al supermercado. Suelen preferir el pescado fácil de cocinar en casa porque no tienen mucho tiempo», manifiesta. Las personas de edad más avanzada compran «lo que les gusta, el pescado de toda la vida, para diario: salsa, fritura, sardinas o doradas para acompañar el hervido, etc.» 

«Colgamos ofertas del día en Tik-tok e Instagram»

Pescado fresco directo de la lonja de Burriana, a diario, en tu puerta. Mónica Hernández (49 años) regenta una de las pocas pescaderías que aún quedan abiertas en la capital de la Plana Baixa, en la calle Cristóbal Colón, 72. Si hace unas décadas había como mínimo casi una decena, ahora solo quedan dos, la suya y otra en el Mercado Municipal. Recuerda cómo fue hace unos años, con la crisis del 2009, cuando ella y su marido se quedaron en paro y decidieron apostar por abrir una pescadería, dado que ella tenía experiencia. Con el tiempo, se cambiaron a un local más grande, el actual, y no paran de innovar. «Intentamos dar el máximo servicio, incluida la entrega a domicilio, los encargos por Whatsapp, colgamos en Tik-tok, Instagram, etc. vídeos con las ofertas del día o sugerencias para recetas. Y tenemos un obrador, donde preparamos caldo casero, croquetas o hamburguesas», explica. Además de la calidad del producto fresco la comodidad es máxima, puesto que se adaptan a las peticiones del cliente, como preparar género ad-hoc, «como tres sepias por bolsa al vacío para congelar y utilizar poco a poco». 

Miguel Sorolla (Morella, Cinctores y resto de la comarca de Els Ports)

Miguel Sorolla, de Pescadería Sorolla (Morella y Cinctorres).

Miguel Sorolla, de Pescadería Sorolla (Morella y Cinctorres), lleva el negocio con su mujer, Amparo. / J. Ortí

Por su parte, Miguel Sorolla, de la Pescadería Sorolla de Morella y Cinctorres, sirve en Els Ports. Sus ventas han caído una tercera parte y es lo que compra de menos a su proveedor. «A los 57 años no sé hacer nada más y no pienso en cerrar. Pero costará mantenerlo hasta la jubilación si sigue bajando el consumo. En los inicios compraba cinco cajas de sardinas (50 kilos) y ahora solo dos (12 kilos): es la expectativa de venta de algo perecedero. De 28 barcas de arrastre en Vinaròs, ahora solo quedan siete», sostiene. A restaurantes sirve poco, en Cinctorres al Faixero y si se da algún encargo de banquete. «Los jóvenes no compran tanto pescado fresco: antes se cocinaba más en las casas y ahora ese tiempo se emplea en el gimnasio. De menos de 60 años no tenemos ningún cliente y es un perfil que compra lo que le gusta y busca variedad, por ello traemos de la lonja e 20 a 30 variedades para que elijan», resalta. 

«Hago venta ambulante, como los de Amazon»

«Inauguramos la pescadería en Morella el 1 de octubre de 1990, hace 34 años. Por entonces había un par más. Mi hermana y yo decidimos montarla con la idea de bajar nosotros a comprar pescado fresco a Vinaròs, a la Cofradía -donde pusimos un depósito para comprar- para traerlo aquí al interior». Así relata Miguel Sorolla los comienzos de este negocio, que se ubicó primero en el Mercado, que ya cerró por pocas paradas; y luego, en la costa Sant Joan, 1 de Morella, donde abro todos los días, salvo domingo; y el otro, en su localidad natal, Cinctorres , en Sant Roc, 24. Ahora que su hermana se ha jubilado lleva la pescadería con su mujer, Amparo. «Hago reparto ambulante por varios pueblos de la comarca: la Mata, Villores, Ortells, Palanques, Sorita y Xiva. Voy un día a la semana, me buscaron los ayuntamientos tras la pandemia para dar servicio. Paro en la plaza, abro las puertas del furgón frigorífico y saco la balanza. Como los de Amazon, abrimos puertas y cerramos. A veces el pregonero avisa y si no toco el claxon. Quien tiene interés aparece puntual, vendo rápido y me voy», explica Sorolla.  

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Miguel Morera (L'Alcora)

Manolo Morera.

Manolo Morera. / Mediterráneo

En l’Alcora, Miguel Morera es el pescatero de Pescadería Morera y explica cómo se ha reinventado: «A veces doy al comprador consejos de cómo preparar en la cocina un pescado o una receta. Me preguntan cómo puede hacer el pulpo, o unas almeja. Eso nos diferencia. Los pescados de espinas ahora no los quieren, y los sirvo sin estas, fileteados y envasados. El o la joven que te descubre al final se hace cliente pero cuesta y le gustan productos nuevos como hamburguesas de pescado caseras. La demanda, de cara a Navidad, repuntará como siempre; y así se compensa el parón estival. Ahora quedan dos pescaderías y las de súper: antaño llegó a haber el doble. 

Su abuela, cuando vendía pescado en Vila-real.

Su abuela, cuando vendía pescado en Vila-real. / Mediterráneo

«Uso mucho el grupo de difusión de WhatsApp»

A Manolo Morera le viene de serie y desde que terminó el colegio se puso a trabajar en el negocio familiar, en l’Alcora: Pescadería Morera, en la calle Joaquín Nos Mora, 15. «Mis padres la abrieron en 1968. Pero antes mi abuela ya vendía pescado fresco en Vila-real. Mi padre se independizó él solo y abrió la pescadería en l’Alcora y subía todos los días a trabajar y llevar género desde el Grao de Castelló. Empezó en un local y en 1985 se cambió al actual», relata. A sus 54 años, considera que «si no te modernizas y te pones un poco más actual, estás muerto». Y reflexiona sobre cómo ha cambiado la profesión, donde cada vez son menos: «Antes no se limpiaba tanto el pescado y yo lo limpio todo, lo envaso, también trabajamos mucho con el Whatsapp con un grupo de difusión, hago entrega a domicilio, etc.». Explica que aparte de coger encargos de pescado por el móvil, hace vídeos y los difunde en su grupo de difusión de Whatsapp a los clientes: «Ven las imágenes del producto y les apetece más consumir. Todos los días no puedo colgar porque estoy solo pero el WhatsApp a veces es impresionante». 

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