Los 5 pueblos de Castellón de obligada visita antes de que acabe el invierno

La provincia de Castellón, conocida por sus playas y su clima mediterráneo, ofrece en invierno una cara menos conocida pero igual de fascinante y atractiva tanto para los castellonenses como para los turistas que se animen a visitarla. Sus pueblos de montaña, con hermosos paisajes, en ocasiones cubiertos de nieve, son destinos perfectos para quienes buscan tranquilidad, naturaleza y un toque de magia invernal.

Cinco pueblos ‘desconocidos’ de Castellón ideales para visitar en primavera

Sin duda, Castellón en invierno es un destino para redescubrir la belleza de sus montañas, saborear platos de temporada y disfrutar de un turismo relajado que combina historia, naturaleza y cultura.

Morella

Un clásico. Da igual en invierno o en verano. Morella es un ciudad de visita obligada siempre. Se trata de una joya medieval de la provincia de Castellón, se revela como un destino invernal extraordinario que cautiva a los visitantes con su impresionante arquitectura, rica historia y paisajes espectaculares. Este enclave montañoso, envuelto en murallas que narran siglos de historia, se transforma en un escenario mágico durante esta temporada.

Con sus imponentes murallas y calles adoquinadas, se transforma en un escenario de cuento de hadas cuando una fina capa de nieve cubre sus tejados y monumentos históricos. La quietud de la ciudad en invierno proporciona la oportunidad perfecta para pasear por sus callejones medievales, respirar el aire fresco y disfrutar de la majestuosidad de su castillo que se yergue sobre la colina.

Además, cuando vayas a visitar Morella debes de tener en cuenta el tiempo, pues si se espera alguna nevada en la provincia, la localidad tiene muchas posibilidades de que se cubra de un especial manto blanco, que todavía le da un mayor atractivo.

Vistabella

Vistabella del Maestrat es un pintoresco pueblo lleno de encanto, historia y naturaleza. Su casco histórico destaca por la Iglesia de la Asunción, un impresionante templo gótico-renacentista del siglo XVI con un majestuoso campanario que domina el paisaje. Además, conserva vestigios de su pasado medieval, como las murallas y el emblemático Portal de San Antonio, que una vez protegieron al pueblo. Pasear por sus calles empedradas y sus casas tradicionales es una experiencia que te transporta al pasado.

La naturaleza es uno de los grandes atractivos de Vistabella, ya que se encuentra a las puertas del Parque Natural del Penyagolosa, hogar del pico más alto de la Comunitat Valenciana, el Penyagolosa, con 1.813 metros de altitud. Este lugar es ideal para los amantes del senderismo y las vistas espectaculares. Entre las rutas más populares está la del Barranco de la Pegunta, que atraviesa frondosos bosques y lleva hasta el Santuario de Sant Joan de Penyagolosa, un lugar de gran valor espiritual y cultural, destino de peregrinación desde hace siglos.

Vilafranca

Vilafranca del Cid es un encantador pueblo que destaca por su riqueza histórica, cultural y natural. El corazón del municipio es su casco histórico, donde la antigua plaza Mayor reúne a locales y visitantes alrededor de edificios emblemáticos. Allí se encuentra la iglesia parroquial de Santa Magdalena, una impresionante construcción gótica con detalles barrocos, junto a restos de las antiguas murallas, como el Portal de Sant Roc, que recuerdan su pasado medieval.

Un lugar único que no puedes dejar de visitar es el Museo de la Piedra en Seco, dedicado a la ancestral técnica de construcción que define el paisaje de la zona. Esta tradición, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO, cobra vida en la Ruta de la Piedra en Seco, donde podrás descubrir casetas, corrales y muros que forman parte del patrimonio agrícola y pastoril.

Además, Vilafranca cuenta con hermosas ermitas, como la de Santa Bárbara, ubicada en una colina con vistas espectaculares, y la de San Roque, que destaca por su arquitectura rural. Para los amantes de la naturaleza, el entorno del municipio ofrece innumerables oportunidades. Desde el Parque Natural del Penyagolosa, ideal para el senderismo, hasta el impresionante paisaje de los estrechos del río Monleón o los parajes de Peña Calva y el Barranc dels Horts, hay mucho que explorar para disfrutar de la tranquilidad y la belleza natural.

Culla

Este pueblo, situado en un entorno montañoso, se caracteriza por sus callejones empedrados y sus edificaciones de piedra. En invierno, Culla adquiere un encanto especial con la posibilidad de que la nieve cubra sus tejados y plazas. La tranquilidad de la temporada permite a los visitantes explorar sus estrechas calles y disfrutar de este rincón histórico en un ambiente sereno.

En esta época se convierte en un destino ideal para aquellos que buscan escapar del bullicio y sumergirse en la realidad de un pueblo que conserva su encanto a lo largo de los siglos. Durante el invierno, los paseos por sus callejones adoquinados ofrecen una experiencia nostálgica y acogedora, brindando a los visitantes la oportunidad de conectar con la esencia tranquila y pintoresca de la vida rural.

Ares del Maestrat

Ares del Maestrat se distingue por su encanto rural, su rica historia y su entorno natural impresionante. Una de las características más notables es su arquitectura medieval bien conservada. El centro neurálgico del pueblo se encuentra en su plaza Mayor. Desde aquí comienza un recorrido con el que descubrir los lugares más emblemáticos del municipio como, por ejemplo, la antigua lonja, que todavía mantiene sus arcos góticos-mudéjares del siglo XIV.

En un paseo por Ares del Maestrat no puede faltar una visita a la Iglesia Parroquial de la Asunción, su fachada barroca os sorprenderá. También resulta muy curioso que el campanario de este edificio tenga menos altura que la propia iglesia.