Una guardia en la piel de los bomberos de Castelló

‘Mediterráneo’ acompaña al turno capitaneado por el sargento Fede Suárez y asiste a un incendio en vivienda, dos de matorral, prácticas de rescate y de uso de bombas de agua. La plantilla, en la que hay un exmiembro de la UME y un concejal de Borriol, siente tanta vocación, como orgullo por su labor.

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Erik Pradas | Sergi Juan

Son las 7.00 de la mañana y todavía no ha amenecido en el cuartel de Tetuán XIV cuando se produce el cambio de guardia en el parque de bomberos del Ayuntamiento de Castelló, un cuerpo que el próximo mes de abril cumplirá 166 años de historia. Mediterráneo tiene la oportunidad de acompañar a los 13 efectivos municipales que tienen turno de 24 horas en una de sus jornadas laborales y vivir, por un día, en la piel de un bombero. 

Al alba, cuando la luz empieza a entrar de forma tímida en el hangar, comienza a dibujarse la silueta de los camiones de bomberos, esos que, con sus interminables escaleras, han permitido tantas veces rescatar a vecinos atrapados en sus casas. Fede Suárez, sargento y jefe de servicio, se enfrenta al folio en blanco que es un nuevo día, sin saber ni poder prever qué les deparará esta guardia. «Hay que ser consciente y no perder nunca de vista que tienes bajo tu responsabilidad una ciudad de 150.000 habitantes, un polígono industrial, un puerto, una autopista...», reflexiona mientras comienza a preparar el briefing del día con las mismas ganas e ilusión pese a estar en la etapa final de su vida profesional (se jubilará el próximo julio).

Los efectivos revisan los vehículos al inicio de cada turno.

Los efectivos revisan los vehículos al inicio de cada turno. / ÉRIK PRADAS

En los primeros momentos del turno se produce el primer aviso por un incendio de vegetación (de escasa entidad) en la ratlla del terme con Almassora. Asimismo, el sargento Suárez pone al corriente a sus hombres de dos servicios que se arrastran del turno anterior y sobre los que hay que estar vigilantes. Se trata de un tren detenido desde la pasada noche con mercancías peligrosas en el apeadero de las Palmas, a la altura de Fuente la Reina; y de una fuga de grasa vegetal que ha parado en una acequia del polígono del Serrallo.

Práctica con una bomba de agua sucia en el parque de bomberos.

Práctica con una bomba de agua sucia en el parque de bomberos. / ÉRIK PRADAS

Los efectivos comienzan a revisar al inicio de cada guardia tanto los materiales, como los vehículos de la flota del parque. «Ahora tenemos algunos que, aunque funcionan, son de museo y solo se utilizan para la cabalgata de los Reyes Magos, por ejemplo. Cuando yo entré en el año 1990, todavía realicé mis primeros servicios con ellos. Ahora tenemos modernos camiones de distintas capacidades y para cada tipo de situación», explica mientras recorre en angar.

Los vehículos escalera permiten el acceso a viviendas en altura.

Los vehículos escalera permiten el acceso a viviendas en altura. / ÉRIK PRADAS

Los 13 integrantes del turno tienen perfiles de lo más diverso, pero todos ellos comparten la pasión por su trabajo y el orgullo de dedicarse a la protección de las personas y del entorno natural. El más joven de ellos es Óscar Beltrán, que logró su plaza con tan solo 21 años y se ha convertido en el cocinero oficial del grupo por su talento en los fogones (hoy toca paella, pero se defiende a la perfección con fideuà, arroz negro o lentejas). «En pocos sitios se come mejor que un parque de bomberos», bromea.

Incendio de vivienda en la calle Herrero.

Incendio de vivienda en la calle Herrero. / ÉRIK PRADAS

Un exintegrante de la UME

Áxel González fue militar de la UME, en Bétera, durante nada menos que 10 años. «Lo recuerdo como una época muy enriquecedora y bonita, aunque siempre tuve claro que quería ser bombero y fui a por ello», rememora.

Marcos Chabrera, descendiente de Morella y Almassora, hizo de todo antes de dedicarse a las emergencias. «Fui cartero, topógrafo y ¡hasta llevé un camión de cerdos...!», cuenta entre risas. También cambió de vida Jesús Edo, con raíces en Mosqueruela, quien dejó la profesión de soldador para cumplir un sueño. «Era muy mal estudiante y nunca creí que lo conseguiría, pero aquí estoy 19 años después», dice orgulloso.

La vocación de servicio público ha llevado a Javier Victoria (natural de Gandía, pero afincado en Borriol) a ser también concejal por Compromís en la localidad donde reside y donde lleva las carteras de Agricultura, Medio Ambiente y Urbanizaciones.

Entre los veteranos está Armando Paulo, de 56 años y bombero desde los 20. De momento, no piensa en la jubilación y no le pesan las guardias de 24 horas. «Nunca descansas profundo, estás alerta; pero a mí no me quema, estoy acostumbrado», dice.

Incendio de vivienda

A media mañana, suena la alarma. Incendio de vivienda en el número 77 de la calle Herrero. Una campana extractora se ha prendido fuego mientras los moradores cocinaban con una olla. Se movilizan un vehículo y el camión escalera de primera salida por si fuera necesaria la evacuación del edificio. 

A la llegada al lugar, se sofoca el conato de incendio, que no causa heridos ni daños materiales de gravedad, y se ventila la vivienda. Efectivos de Policía Local cortan la circulación durante la intervención mientras alumnos del IES Juan Bautista Porcar no pierden detalle del operativo desde las ventanas.

El ‘efecto Campanar’

El cabo Pedro González admite que, desde la tragedia de Campanar (València), hace ahora un año, tienen más complicaciones para confinar a la gente en un incendio en vivienda. «Allí se dieron todas las circunstancias para que todo evolucionara de una forma trágica. Murieron diez personas, varias de ellas confinadas por los bomberos en sus pisos. Sin embargo, todas las condiciones posibles fueron desfavorables: el viento, los materiales inflamables de la fachada...fue imparable», reflexiona este jefe de salidas, que mantiene que los confinamientos siguen siendo la principal y más segura forma de proteger a la gente de la inhalación de humo.

Incendio de matorral en la 'ratlla del terme' con Almassora.

Incendio de matorral en la 'ratlla del terme' con Almassora. / ÉRIK PRADAS

De vuelta a Tetuán XIV, los efectivos realizan dos prácticas, una con una bomba de agua sucia y otra, con camilla de rescate en un supuesto de precipitación al cauce del río Seco. Son tantos los procedimientos y materiales, que los efectivos se entrenan en cada turno y repasan posibles situaciones y formas de proceder, bajo la supervisión del sargento Suárez, quien da buena cuenta de sus conocimientos y experiencia.

La plantilla explica que la mayoría de los servicios a los que acude son asistencias a personas con movilidad reducida o ancianos que han sufrido una caída o que no contestan llamadas ni abren la puerta. «La gente nos relaciona con los incendios, pero hacemos mucho más. Desde un auxilio domiciliario, a retirar cascotes y vallas cuando hay temporal de viento», recalcan.

El día avanza y llega un nuevo aviso, el de otro incendio de matorral en el mismo solar al que se había acudido a primera hora. Se trasladan con uno de los camiones pequeños para refrescar y retirar algunos plásticos (es un lugar con mucha basura), ya que no hay llama y solo queda humo.

Óscar Beltrán, cocinero oficial del turno por su habilidad en los fogones.

Óscar Beltrán, cocinero oficial del turno por su habilidad en los fogones. / ÉRIK PRADAS

Degustada y ovacionada la paella de Óscar Beltrán, Jesús Edo reflexiona sobre la catástrofe de la dana, a donde los bomberos de Castelló acudieron como voluntarios. «Fuimos, durante unos 15 días, de forma altruista y estuvimos achicando agua de garajes. El desastre era tal que hacía falta toda la ayuda posible. Resultó muy impactante», recuerda este bombero.

La tarde transcurre con una falsa alarma por incendio de matorral y la noche, sin avisos. Al menos por esta vez, la guardia llega a su fin sin grandes sobresaltos. Mañana, nadie sabe.

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