La mona de Pascua resiste al paso del tiempo en Castellón con sabor a tradición y un toque de modernidad
Pese al auge de recetas con cremas de pistacho, Oreo o Kinder, las clásicas se venden «en porcentaje de 30 a 1», según César Solsona, maestro del Gremi de Forners

Galería: La mona de Pascua resiste al paso del tiempo en Castellón con sabor a tradición y un toque de modernidad / Mediterráneo
La llegada de la Semana Santa no solo marca un punto de encuentro para quienes buscan descanso o reencuentros familiares, sino también para los amantes de la repostería tradicional. En Castellón, un año más, la mona de Pascua es sin duda la protagonista para los más golosos. Este dulce, cargado de simbolismo, ha pasado de generación en generación como emblema de estas fechas y, a pesar del paso del tiempo y las modas, mantiene su lugar en las mesas festivas.
César Solsona, maestro artesano del Gremi de Forners de Castelló y propietario de la panadería Pa i Pastes Castelló, confirma que esta tradición no solo se mantiene viva, sino que sigue evolucionando: “La gente sobre todo pide lo que conoce, pero como propuestas más innovadoras destacan las monas con crema de pistacho, Oreo o Kinder. De cada una que se piden de estas se llevan 30 de las tradicionales, pero son un buen reclamo”.
La mona tradicional, elaborada con una base de masa brioche enriquecida con ralladura de naranja, canela, vainilla y agua de azahar, sigue siendo la más demandada. “La masa es tan buena como el roscón de Reyes”, asegura Solsona, que resalta el toque cítrico y aromático de la receta, muy bien adaptado para combinar con rellenos dulces. “Las de pasta de toda la vida, rellenas con un mazapán de almendra, azúcar y limón, son recetas muy antiguas, pero siguen siendo un éxito. La gente lo quiere porque sabe que es bueno”.
Un rasgo muy característico de Castellón es el uso del huevo duro pintado, incrustado en la masa. “Gastamos muchas con huevo duro y otras que hacemos de figuras como ositos o gusanos. Son más asequibles que las que son íntegras de chocolate y, a la hora de regalar, gustan tanto como las otras”, explica el pastelero.
La evolución del mercado también se deja notar en la demanda. En el centro de la capital de la Plana, por ejemplo, las monas de chocolate son más solicitadas que en barrios de la periferia. “En la panadería San Vicente por ejemplo son muy solicitadas”, asume. Aunque no se atreve a dar cifras exactas, Solsona reconoce que la producción en estas fechas es intensa y las ventas, constantes. “No sé cuántas podemos llegar a vender. Es una cosa que no decae”, afirma. Y es que, más allá de modas pasajeras, la mona de Pascua es un símbolo que une gastronomía, infancia, familia y celebración: “La panadería es de épocas. En cualquier supermercado hay pan, pero en una fecha como esta, la gente se acuerda y busca un poco de calidad y tradición de nuestra gastronomía”.
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