El abandono del campo no para en Castellón: 2.300 hectáreas menos en un año

La progresiva falta de rentabilidad se une a la bajas producciones por la última sequía

La reducción de las superficies dedicadas al cultivo es un fenómeno extendido en toda la Comunitat.

La reducción de las superficies dedicadas al cultivo es un fenómeno extendido en toda la Comunitat. / Mediterráneo

Bartomeu Roig

Bartomeu Roig

Castellón

La superficie dedicada al cultivo del aguacate y la patata en Castellón ha crecido en el último año. Pero estos dos productos constituyen la única excepción, porque el campo castellonense vuelve a reflejar su progresivo abandono.

Los datos más recientes de superficie agraria en la provincia muestran que se han perdido 2.264 hectáreas. Para hacerse una idea, esto equivale a 3.200 campos de fútbol. Una extensión mareante, que se suma a la de los años anteriores, y que implica menos oportunidades para disponer de productos de proximidad.

Causas

Las causas de este fenómeno no son ninguna novedad. Vivir del campo es cada vez más difícil, por la pérdida de rentabilidad, con unos precios de origen que no suben y unos costes crecientes, la feroz competencia de productos llegados desde fuera de las fronteras comunitarias, y la incertidumbre que siempre genera el tiempo. Los dos últimos años se ha sufrido una fuerte sequía, lo que se nota en el balance de producción, y tiene su efecto en las hectáreas dedicadas.

En total, la superficie contabilizada en 2024 en Castellón asciende a 109.690 hectáreas, por lo que de mantenerse este ritmo de abandono, es posible que al final de la década se rebaje la barrera de las 100.000. Algo que también tendrá correlación en la cantidad de gente que trabaja en el campo, y con una medida de edad más alta.

Variedades

De toda la pérdida del último año llama la atención el apartado de cereales para grano, con unas 900 hectáreas menos. Una muestra de cómo la escasez de las lluvias ha mermado la actividad. También se detecta en las hortalizas, que si bien están lejos de otros cultivos más extendidos en la provincia, se dejan 326 hectáreas en el camino.

Mención aparte merecen las dos variedades que más terreno cuentan, olivos y almendros, que son las mayoritarias en tierras castellonenses, con más de 60.000 hectáreas, y que en esta ocasión reducen la superficie en 389 hectáreas. Una merma que no es nada en comparación con la ínfima producción de aceite. Los datos aportados por la Conselleria de Agricultura revelan que en Castellón se han hecho solo 256 toneladas de aceite, cifra que contrasta con las más de 9.000 de 2023 y las 920 del año 2022. En cambio, la recolección de almendra fue menos negativa, con 8.764 toneladas, un retroceso de apenas 179 respecto al 2023, pero que supone una caída de casi 2.000 si se compara con las cifras de 2022. La esperanza de los productores está en el fin de la sequía, que anime así a la recolección.

Los agrios aguantan

Los cítricos, que concentran la mayor parte de producción agraria en Castellón, reducen superficie, pero de forma muy limitada. De 31.683 hectáreas se pasa a 31.640, con lo que la pérdida es casi insignificante. Eso sí, se observa un trasvase: se reduce el terreno de mandarinos, y se detecta un aumento del terreno destinado a naranja dulce. Una tendencia que ya se daba en años anteriores.

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