Testimonios del paso del Papa: Todas las huellas de León XIV en Castellón
Cuando Robert Prevost salió por el balcón de la Basílica de San Pedro, religiosos de Castelló, Sant Mateu y Benicàssim dieron un respingo:_conocían a ese hombre. El Papa había visitado la provincia en 2004 y 2007.

Prevost departe con unas monjas mientras estas preparan una cena en Sant Mateu. / Mediterráneo
Anteayer era, en principio, un día como cualquier otro en el Monasterio de Santa Ana de las Madres Agustinas de Sant Mateu. La prior de este convento de clausura, María Teresa Marzá, tenía por la tarde en su agenda un retiro. Cuando este hubo terminado, el resto de las monjas y ella afrontaron unos minutos de capítulo conventual. Fue un receso en el que, por mucha clausura que afronten, sobrevolaba en el ambiente una pregunta entre todas: «¿Quién será el nuevo Papa?». En ese momento, a 1.000 kilómetros de allí, otro grupo de religiosos encerrados llegaba a un consenso y una fumata blanca salía por la chimenea de la Capilla Sixtina, en la Ciudad del Vaticano.
Esa señal de humo llegó rápidamente a los móviles de las hermanas del convento de Sant Mateu (sí, estas monjas tienen móvil y hasta Instagram para su obrador de pastas). «Justo al final del retiro supimos de la fumata, pero todavía no sabíamos quién era el Papa y justo nos teníamos que ir al coro a rezar las vísperas y tener la eucaristía», relata María Teresa en conversación con Mediterráneo. Como lo primero es lo primero, y Dios está por encima de cualquier anuncio, estas monjas agustinas marcharon a rezar. «No íbamos a poder saber en tiempo real cuál había sido el resultado», se lamenta María Teresa. Pero la espera valdría la pena para este grupo de monjas entregadas a la vida contemplativa y a un horno de pastas capaz de convertir al más ateo de los turistas que se acercan a Sant Mateu.
Sorpresa total y campanas al vuelo
«Tan pronto acabó la eucaristía miré a ver cuál había sido el resultado de la votación y fue una alegría enorme», explica María Teresa. No se lo podía creer, era el padre Robert, que había sido general de la orden de los agustinos, a la que pertenecen ellas, y había ido a verlas a Sant Mateu en 2007. Aquel agustino cercano y amable que hablaba tan bien castellano a pesar de ser estadounidense había salido por el balcón de San Pedro como Papa bajo el nombre de León XIV. «¡Fue una alegría enorme! Volví al coro corriendo para contárselo a las demás!», dice la priora.
«¡Es nuestro hermano Robert Prevost! ¡Es el nuevo Papa!», proclamó María Teresa a los cuatro vientos. Entre esa «gran alegría», ella misma mandó que sonaran «las campanas del monasterio al vuelo para que todo el mundo se enterara» de lo que estaban viviendo en el convento. La vida monástica, marcada por los hábitos (rezo, coro, estudio y trabajo), contó este jueves con una disrupción excepcional que llegó desde Roma.
De golpe, todas ellas empezaron a recordar la visita de Robert Prevost a Sant Mateu y desempolvaron las fotos de sus álbumes. «¡Mirad, aquí está, es él!», debió oírse en el convento. La propia María Teresa tiene una foto en la que aparece ella sola junto al ahora León XIV. A los pocos minutos, las imágenes se viralizaron en el resto de Sant Mateu y Castellón: el papa había estado en la provincia.
Una visita para el recuerdo
«Él, como prior general de la orden, tenía la obligación de visitar todas las casas de agustinos. Y siempre que había un monasterio de agustinas cercano a las casas que visitaba, también iba. Por eso se acercó a nuestro monasterio para interesarse por nuestra vida, cuántas éramos, cuántas hermanas estaban en formación...» comenta. Prevost también les preguntó en qué trabajaban. Aunque por entonces todavía no tenían el horno para ofrecerle unas pastas, ese espíritu emprendedor se concretó pocos años después.
María Teresa recuerda al nuevo Papa como un hombre «de trato supercercano, supersencillo, humilde, muy afable...». La monja de Sant Mateu hace una pausa buscando una palabra que lo resuma mejor y la encuentra a los pocos segundos: «Encantador, era encantador».
Tras aquel buen recuerdo que dejó Prevost, María Teresa guarda una esperanza: «Ahora ya es mucho más difícil que nos visite como Papa, pero la próxima semana voy a Roma». Los responsables de la visita estaban tratando de conseguir una audiencia de su grupo de monjas con Francisco, pero al morir esta opción se cortó. Sin embargo, con su «hermano Robert es bastante probable que la audiencia ocurra». En ese caso, María Teresa podría ser la primera castellonense en saludar a León XIV.
Su paso por Benicàssim
El Monasterio de Nuestra Señora de Mirambel, en Benicàssim, es otro de los lugares en los que dejó su huella física y espiritual Robert Prevost en sus días como agustino. Su priora, Cecilia Torres, también lo recuerda como «un hombre conciliador. Esa visita se produjo en 2004, pero en 2012 volvió a convocarlas, en este caso a Madrid. «Fue él quien convocó la primera asamblea internacional de monjas agustinas y tuvimos ocasión de hablar con él», comenta la hermana Cecilia a este diario.
«De aquellas palabras, yo sobre todo resaltaría la importancia que le daba a la unidad. ¡Ya en 2012, fíjate! Buscar, como dice el carisma de los agustinos, que seamos ‘una sola alma, un solo corazón’», considera, y profundiza: «En este momento de la Iglesia, donde parece que se extreman un poco las polaridades [...], este es el Papa de la unidad».
Ella tiene la impresión de que «desde el carisma de San Agustín, que a pesar de ser del siglo IV está de actualidad, va a trabajar por la unidad y por la interioridad de que llevemos las cosas desde dentro». Señala que es un hombre que, por lo que pudo conocer, «estará con los pobres, con los que sufren y, como dijo en su primer discruso, con una humanidad que necesita 'una paz desarmada'». «No como ahora, que nos estamos armando», apostilla sor Cecilia.
Bajo su pista en Castelló
Caminando por la capital de la Plana también resulta sencillo encontrar el testimonio de las palabras de Prevost. Visitó la ciudad en octubre de 2004 con motivo del traspaso de la que fuera iglesia de los agustinos (actual parroquia de Santo Tomás de Villanueva, en Rafalafena) a la diócesis de Segorbe-Castellón, recuerda el sacerdote Rafael Rodríguez, primer párroco de Santo Tomás tras el traspaso.
«Ese día celebramos una Eucaristía presidida por el entonces obispo de la diócesis, don Juan Antonio Reig Pla, en la que también participó el actual Papa y luego fue mi toma de posesión», afirma Rodríguez, quien luego preparó una cena. «Fue un fantástico ágape para todos en los salones parroquiales y el actual Papa estuvo con todos, muy cordial y con esa sonrisa sencilla todo el tiempo». El nuevo pontífice «era un hombre muy sencillo, discreto y muy afable», recuerda el sacerdote, quien explica que la actual iglesia de Santo Tomás fue agustina «desde 1982 a 2004». El actual cura de esta iglesia de Rafalafena, Enrique Martínez, explica también este dato y se muestra muy contento de la elección de Prevost.
Chófer del Papa, sin saberlo
José María Cano, voluntario de Santo Tomás, tuvo la fortuna de conocer en Castelló al futuro Papa. Lo más sorprendente de su encuentro es que se produjo en la autopista, para ser su chófer. «Me pidieron que recogiéramos en la autopista el prior general de los agustinos para llevarlo al convento de Benicàssim», afirma Cano.
«Era muy simpático y amable y, ¿quién se podía imaginar que ese sacerdote que llevábamos iba a ser Papa?», afirma. «Se preocupaba mucho por los agustinos y visitó los conventos cuando lo nombraron prior general. Era muy alegre y siempre llevaba la sonrisa por delante», opina Cano.
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