Geolocalizadores, drones y hasta fragmentos de ADN: así detectan la ‘mandarina de oro’ ilegal en Castellón
En los últimos diez años se han descubierto en la provincia 70 fincas con árboles de orri no autorizados, las últimas hace solo unos días en Moncofa

La mandarina orri es de origen israelí y para cultivarla hay que poagar una licencia. / Mediterráneo

A la mayoría de los mortales les cuesta distinguir entre una clementina marisol y una oronules, pero quienes de verdad entienden de cítricos aseguran que la mandarina orri juega en otra liga. De las fincas de Castellón salen cada temporada cerca 6 millones de kilos de esta fruta (la provincia supone cerca de 10% de la producción nacional) que cotiza a precio de oro. El año pasado, esta variedad premium alcanzó a pie de campo los 1,50 euros el kilo , mientras que en los supermercados y tiendas especializadas es fácil encontrarla a entre 4 y 6 euros.
A orri la definen dos cosas: una es que cuenta con unas características únicas ( facilidad de pelado, sabor muy dulce, prácticamente sin semillas, piel muy resistente de color naranja intenso...) que le proporcionan un estatus de mandarina premium. La otra es que no todo el mundo puede cultivarla. Esta variedad tiene dueño (el instituto israelí Agricultural Research Organization) y para poder producirla hay que pagar un royalty de 65 euros por árbol y una comisión de dos céntimos por kilo vendido, además de estar inscrito en el Orri Runing Comitee (ORC), una asociación de productores cuya sede central está ubicada en València.

Finca con mandarinas de la variedad orri. / TONY SEVILLA
Las altas rentabilidades que alcanza esta mandarina tardía (su periodo de recolección abarca desde enero a abril) y la imposibilidad de expandir el cultivo (en España solo se pueden sustituir los árboles que van muriendo) explican la existencia de parcelas en las que se cultiva orri de manera ilegal. Y eso que los propietarios de la patente han desplegado todo un arsenal para detectar las fincas en las que esta variedad se produce de forma no autorizada y proteger, así, los intereses de aquellos que sí pagan religiosamente el canon.
El último descubrimiento en Castellón de una parcela ilegal fue a principios de esta misma semana. La Guardia Civil, tras una denuncia presentada por ORC, investigó a tres vecinos de Moncofa por el cultivo no autorizado de orri en varias parcelas agrícolas del término municipal. El caso ya está en manos de la Sección Civil y de Instrucción del Tribunal de Instancia de Nules y los acusados se enfrentan a un posible delito contra la propiedad industrial.
El hallazgo de Moncofa es el último en Castellón, pero no el único. En los últimos diez años, los inspectores de la ORC han descubierto en la provincia 70 explotaciones no autorizadas, entre ellas fincas ubicadas en les Alqueries, Betxí, Nules o Vila-real. No obstante, y debido a la utilización de medios cada vez más sofisticados, poco a poco la cifra de fincas donde se cultivan orri de forma fraudulenta ha ido a menos. «En los últimos cinco años las detecciones de huertos no autorizados han descendido a 14», dice Guillermo Soler, gerente de esta asociación.
110 productores que sí pagan
Casi todas las parcelas donde se cultiva orri de manera ilegal han sido detectadas por alguno de los 110 productores de Castellón que sí tienen permiso para producir esta mandarina de oro. «Todos cuentan con una herramienta de geolocalización basada en tecnología GPS que permite identificar sobre el terreno las fincas que tienen licencia y las que no cuentan con la autorización de explotación de The Enforcement Organization», describe Guillermo Soler.

Los inspectores utilizan drones para detectar los árboles ilegales. / Mediterráneo
Cuando el agricultor que paga el copyright sospecha de alguien que quiere hacer negocio sin pasar por caja lo comunica a la ORC, que abre una investigación y moviliza a sus inspectores. Estos se apoyan en imágenes satelitales de gran resolución y drones equipados con cámaras multiespectrales para detectar los árboles ilegales.
Los productores con licencia no escatiman a la hora de defender su cultivo y junto a estos sistemas digitales, The Enforcement Organization (TEO), licenciatario master de la variedad en España y Portugal, dispone asimismo de marcadores moleculares exclusivos que permiten diferenciar la mandarina orri del resto de variedades presentes en el mercado.
El modus operandi que siguen aquellos que cultivan orri sin abonar la licencia es casi siempre el mismo: roban unas ramitas o yemas de una planta de una explotación autorizada y las injertan en otra planta de cítrico de otra variedad. «Es la forma habitual y constituye un delito grave contra la propiedad industrial que puede incluso constituir una infracción penal», advierte el gerente de ORC.
Quien quiera invertir en esta mandarina no tiene más remedio que comprar la licencia a otro productor que la quiera vender. Una operación que debe autorizar The Enforcement Organzation y que obliga al nuevo propietario a comprar el material vegetal en un vivero autorizado.
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