"Era una película de miedo": los testimonios del vínculo de solidaridad entre Castellón y Valencia un año después de la tragedia
La catástrofe despertó, desde el minuto uno, un alud de apoyo a la vecina provincia, tanto entre particulares como desde empresas e instituciones
Voluntarios y efectivos castellonenses desplazados a la zona cero recuerdan un año después su papel en los días más duros

Mediterráneo

La trágica dana del 29 de octubre del 2024 sacudió por completo a la vecina provincia de Valencia, pero también despertó una ola de solidaridad desde la provincia de Castellón, recortando como nunca esos pocos kilómetros que separan ambos territorios desde el minuto uno de la catástrofe.
Raúl, Sandra o Yesus son solo tres de los miles y miles de voluntarios castellonenses que, sin dudarlo un minuto, hoy rememoran cómo acudieron con la mejor de las intenciones a poner su granito de arena para tratar de salir del fango en el que se encontraban sumidos los pueblos valencianos afectados.
Lo hicieron cargados de cubos e incluso en furgonetas que las entidades sociales organizaron para desplazar recursos tan apreciados en esos momentos como cubos, fregonas, botas o, incluso, productos básicos de limpieza. Hubo ayuda desde los particulares, pero también desde las instituciones. Jaime fue uno de los policías que se sumaron al operativo, al igual que Javier, quien estuvo desplazado en Catarroja con el Consorcio Provincial de Bomberos de Castellón cuando el barro cubría todo aquello que alcanzaba la vista.
También las empresas pusieron todos sus recursos a disposición. Una pequeña muestra es Grúas Tomás, que puso sus equipos a disposición para retirar los cientos y cientos de coches amontonados. Un gesto que fue muy valioso y que replicaron otras muchas compañías. Fueron tantas que resulta imposible enumerarlas dentro de esta información.También instituciones o entidades como el CD Castellón, con donaciones de dinero, o la Comisión Organizadora del Carnaval de Vinaròs, que llenaron trailers. Un año después todos aquellos que se volcaron con el drama mantienen grabadas a fuego aquellas estampas de caos y devastación, pero también la solideridad de la que fueron parte.
Javier Botet. Suboficial del Consorcio Provincial de Bomberos: «Fue el despliegue más importante del Consorcio fuera de la provincia»
«Nunca habíamos tenido una situación así», reconoce tras un año Javier Botet, suboficial de medios de rescate del Consorcio Provincial de Bomberos de Castellón, a quien acompañó este diario durante las labores en puntos como Catarroja, pero también l’Albufera o Sedaví. «Fue el despliegue más importante en la historia del Consorcio que se ha hecho fuera de la provincia», apunta Botet, quien recuerda como «la emergencia iba cambiando constantemente». Pese a todo, el suboficial tiene grabada «la solidaridad de los propios vecinos, que pese a haber sufrido la tragedia ellos mismos nos bajaban comida o se preocupaban por nosotros». «Me acuerdo de cómo nos aplaudían y nos daban las gracias cuando liberamos la entrada a un edificio que estaba taponada por montoneras de 20 coches», relata.
Sandra Baena. Voluntaria de Benicarló: «Era como una película de miedo. En la carretera ya había coches volcados»
«Desde que empezamos a ver imágenes tan escalofriantes como las que vimos, me vino a la cabeza la gente que tengo viviendo en Valencia, que una de ellas es mi hermana. Queríamos hacer todo lo posible para ayudar», rememora Sandra Baena, que tras organizarse con la Coordinadora de Peñas de Benicarló se trasladó a la zona afectada a ayudar. «Una vez llegamos allí, era como una película de miedo, literalmente. Dormíamos en Valencia y andábamos dos horas hasta llegar a los pueblos cargados con escobas, palas, aguas y lo que podíamos», recuerda Sandra, que resalta la dureza de ver a los bomberos rescatar cuerpos sin vida, la necesidad de la gente de hablar y desahogarse y «que repartían lo poco que tenían». «lo comparábamos a una situación de guerra y nos encogía el alma», concluye. Informa A. Boix.
Raúl Querol. Morella: «El primer día aquello fue el caos absoluto. Nadie organizaba nada»
«Soy de Morella, y cuando vimos las imágenes de la dana en València no lo dudamos. Fuimos cuatro veces a ayudar. La primera, fuimos simplemente a limpiar. Salimos desde el campo del Levante con un coche cargado de cosas que habíamos recogido en Morella. El autobús que nos llevó hasta allí ni siquiera nos cobró. Bajamos hasta la Rambleta, última parada antes de cruzar el Turia, y desde allí fuimos andando por el puente de la Solidaridad hasta Paiporta. Éramos muchos voluntarios aquel primer día», explica Raúl Querol, voluntario de Morella. «El recuerdo es de caos total. No había ningún tipo de organización. La gente pedía ayuda en primera persona, desesperada. Fue muy duro, muy dramático», recuerda el castellonense, que traslada su «indignación con los responsables políticos». Informa J. Ortí.
Un Policía Local. La Vall d’Uixó: «No se ha reconocido suficiente la labor de los miles de voluntarios»
Tiene un recuerdo nítido de lo vivido hace un año, pero considera que su identidad como uno de los policías locales que acudió a la llamada de auxilio de los pueblos valencianos, debe quedar en segundo plano. Afirma que «no se ha reconocido suficiente», de manera oficial, «la labor de las miles de personas voluntarias que ayudaron». Él fue un voluntario más, pero cree que lo fue en una posición «de privilegio, porque nosotros íbamos con el coche patrulla, no hacíamos colas, lo teníamos más fácil». En la retina y la memoria tiene a todas esas personas, jóvenes, autónomos, empresarios, agricultores... «que lo dejaron todo, sin saber muy bien cómo iban a llegar o qué podrían hacer, poniendo dinero de su bolsillo, caminando horas, porque querían ser útiles y eso es lo que merece ser recordado, toda esa gente». Informa M. MIra.
Christian Rubio. Presidente de la Comisión del Carnaval de Vinaròs: «Teníamos que hacer algo. En pocas horas montamos un almacén»
«Somos gente de fiesta, pero también e corazón, y teníamos que hacer algo. En cuestión de horas, muchas comparsas empezaron a moverse y la Comisión Organizadora del Carnaval (COC) de Vinaròs decidió unificar todos los esfuerzos para hacerlo más grande y mejor», recuerdan Christian Rubio y Marc Casanova, presidente y miembro de la COC, destacando que, como en línea con otros puntos de la provincia, «en pocas horas conseguimos habilitar un almacén, coordinar transporte de voluntarios y clasificar todo el material que llegaba. La respuesta fue espectacular: la solidaridad superó cualquier desfile, y la prueba fueron los 7 trailers que enviamos». Ambos aseguran que saben que la ayuda llegó a buen puerto y concluye, tras haber regresado a la zona afectada, que «aún queda mucho trabajo». Informa J. Flores.
Enrique Navarro. Vecino de Benicàssim: «Mis padres, en Utiel, tuvieron suerte, pero otros vecinos no»
«Mis padres tuvieron suerte, pero otros vecinos no», reflexiona con la serenidad que el tiempo permite Enrique Navarro, vecino de Benicàssim cuyos padres, de 79 y 75 años, residen en Utiel, una de las poblaciones más afectadas y que registró víctimas mortales. «Espero que esta vez, si vuelve a pasar, las alertas y los medios de respuesta estén más preparados porque desde luego las autoridades, sobre todo a nivel autonómico y estatal, no estuvieron a la altura, a excepción de la local», valora. Enrique recuerda la preocupación con la que vivió el 29 de octubre desde Benicàssim. Sus padres lograron salir de la casa con ayuda de su hijo mediano. Con las ayudas, explica «hemos podido cubrir alrededor del 70% de las pérdidas, pero nunca se recupera lo personal, lo que no tiene valor económico». Informa E. Bellido.
Jaime Belaire. Policía Local de Castelló: «La situación era apocalíptica. La gente quería hablar y desahogarse»
El oficial Jaime Belaire de la Policía Local de Castelló recuerda esos días como una «situación apocalíptica». «Cuando llegamos a Picanya, de noche, me llamó la atención la gran oscuridad que había, todo lleno de barrio y coches», explica el castellonense, cuyo trabajo, al igual que el resto de compañeros voluntarios, se centró en quitar el lodo, repartir material, hacer traslados a los ambulatorios y custodiar locales y edificios donde se recogía el material y la comida donada. «Por la noche, teníamos que velar por la seguridad ciudadana contra los saqueos, lo que daba a mucha tranquilidad a los vecinos», detalla Belaire. «Una de las situaciones que también me llamó la atención es que la gente necesitaba hablar, desahogarse, necesitaban a alguien que les escuchara, con apoyo psicológico», concluye. Informa P. Aguilar.
Yesus Cebrián. Voluntario de la Llosa: «Hace poco volví a Algemesí y la huella de ese día sigue en la gente»
Yesús se pasó una semana en diferentes municipios afectados por la barrancada como tantas otras personas que llegaron sin saber muy bien qué podría hacer, pero teniendo muy claro que quería estar allí. Recuerda que «el primer día, que me quedé en casa, me lo pasé muy mal, al pensar en la falta que hacían manos». Al día siguiente se sumó a esa marea de gente que caminó kilómetros y deteniéndose allá donde podían ser útiles. Dice que hace unas semanas visitó a una amiga de Algemesí y asegura que «la huella de ese día sigue allí, en la gente». Por su forma de ser, «no me quedo anclado en el sufrimiento de lo que no puedo cambiar, me centro en lo que puedo aportar» y así afrontó el dolor que le rodeaba, pero reconoce que ayer vio en presa las imágenes de los fallecidos y «me quedé muy tocado». Informa M. Mira.
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