La suavina, las velas, la sastrería y una antigua guardería de cañas recobraron ayer el protagonismo que tuvieron en los años 20, 30 y 40 en Castellón en el transcurso del homenaje que el Ayuntamiento rindió a cuatro comercios veteranos de la ciudad. Vicente Calduch, de la farmacia Calduch; el sastre Isidoro del Moral; los propietarios de Roses, establecimiento que se dedica a la venta de artículos religiosos; y los dueños de Cañas La Dorada, del Grao, recogieron, emocionados, la placa honorífica que les otorgó el consistorio como reconocimiento a su labor comercial y ya veterana.

Vicente Calduch compró la farmacia para su hijo en 1934 y el negocio ha pasado de generación en generación. Una de sus creaciones es la tradicional suavina (bálsamo para los labios).

Eduardo Roses abrió la tienda en Castellón en los años 40 para vender en la capital de La Plana los cirios que creaba una fábrica de Vila-real que nació en 1880. Anteriormente a su ubicación actual, el comercio prestó servicio delante de la catedral de Santa María donde se encuentra hoy en día la sede central de Bancaja.

"SATISFACCIÓN"

Una gran "satisfacción" se vio reflejada también en el rostro del hijo de Isidoro del Moral, de nombre también Isidoro. Su padre, sastre de profesión, desempeñó su trabajo a medida de cientos de castellonenses desde los años 30.

Por lo que se refiere a Cañas La Dorada, del Grao, los abuelos de José Sancho, Agustín y Pepita, abrieron el negocio en 1924 como una guardería de cañas "ya que en esa época eran demasiado grandes para guardarlas en casa". Más tarde, en 1934, este comercio se dedicó también a la venta de artículos de pesca en el Grao, informó Sancho a Mediterráneo.

El Puerto de Castellón también recibió ayer una placa honorífica en el acto de homenaje con motivo de su centenario. Su expansión comenzó en el año 1902 con la creación de la Junta de Obras del Puerto. La exportación de naranjas, azulejos y materias primas hacia otros lugares lo han convertido en un importante referente en la Comunidad Valenciana.