He dicho alguna vez que los empresarios de gasolineras se lo montan muy bien. En la mayoría de ellas aumentan los precios y reducen personal. Claro, perfecto.

Lavar el exterior del coche que antes costaba sobre las trescientas pesetas, ahora son tres euros, con lo que la broma sube más del setenta por ciento, de un plumazo. Pero además en la mayor parte de los casos, no hay nadie que te suministre el crudo, por lo que cada cual debe llenarse su depósito y además hacerlo bien, porque si te equivocas, te echan la bronca los altavoces y se te queda cara de tonto.

Eso, sin contar con el riesgo consiguiente de ensuciarte las manos o mancharte de gasolina el traje, con lo cual, además de las molestias, supone que tu ropa huela fatal.

Salvo alguna emergencia, les aconsejo que hagan como yo. Sólo acudo a las gasolineras donde te atienden bien y, por supuesto, te ponen el combustible en el depósito. Es más cómodo, más práctico, más limpio y te cuesta lo mismo. Ya verán como así se despabilarán las demás gasolineras a prestar un buen servicio si todos hacemos lo mismo.