Está claro que no estamos preparados para la lluvia y cuando aparece con cierta intensidad, llueven más problemas que agua. No quiero pensar lo que podría suceder en nuestra ciudad y gran parte del término el día que se recojan más litros por metro cuadrado de lo normal. A los tradicionales problemas de tráfico que llevan de cabeza a los castellonenses, estos días se han unido los meteorológicos, lo que ha producido atascos y retenciones de carácter extraordinario en los puntos ya habituales y por todos conocidos. Algunas calles sufrieron más que otras las consecuencias de la lluvia que, repito, aunque de manera constante, no cayó intensamente salvo en algunos momentos, por lo que si hubiese arreciado, más de una se hubiera visto totalmente anegada. Y ya no quieran saber de los inmensos charcos que se forman como consecuencia de los problemas de muchas calles para absorber el agua, lo que unido la que cae de desagües y cañerías nos obligan a ir provistos de paraguas y lo que popularmente conocemos como katiuskas. El personal tiembla cuando llueve algo más de lo normal y tiene motivos.