Comprendo el enfado generalizado de los aficionados de Pontevedra tras el partido contra el Castellón. Los granate no tuvieron suerte y, por añadidura, el árbitro tampoco les echó una mano que digamos. Al final tuvieron que repartirse los puntos con los albinegros, cuando al descanso se las prometían muy felices.

Lo que no entiendo es la reacción de un numeroso grupo de descerebrados que dirigieron sus iras hacia los directivos y periodistas de aquí, hasta el punto de que tuvimos que pasar por un infierno antes de llegar al autocar. Claro que esta fauna no es exclusiva de esta ciudad, porque por desgracia hay en todas partes. Lo que en verdad me preocupa es, por ejemplo, que la defensa del Castellón de esta promoción no se parece en nada a la que hemos visto la mayor parte de la temporada y me preocupa que delante tenga que salir siempre Salillas a sacarnos las castañas del fuego. Algún día don Paco no estará acertado y ya veremos qué pasa porque los demás están en horas bajas.

Esto es lo que me inquieta, porque Barakaldo y Pontevedra, ni fu ni fa. En circunstancias normales somos superiores, pero...