Las mujeres que caen en las garras de grupos que las trasladan desde su país de origen para, bajo coacciones y amenazas, prostituirlas, contraen con ellos una deuda que, desde su precaria situación económica, no terminan nunca de saldar y que llega a alcanzar los 3.000 euros. Un ejemplo lo constituyen los grupos que controlan la prostitución en el Camin s de Castellón, dividida en dos zonas, dependiendo de la nacionalidad de las mujeres: nigerianas y ciudadanas del Este, principalmente rumanas.

Algunas de las mujeres conocen antes de llegar a nuestro país que se dedicarán a ejercer la prostitución y lo aceptan, pensando en los cuantiosos beneficios que les han prometido. Otras, la mayoría, vienen con falsas promesas de trabajo y descubren la cruda realidad cuando ya se encuentran en la provincia.

Normalmente, en el caso de las rumanas, las recogen en la estación de autobuses, medio con el que se desplazan desde su país de origen y sólo pisar suelo castellonense ya les retienen el pasaporte para que no puedan huir y empieza la extorsión. Les obligan a prostituirse para pagar el alojamiento y el viaje, por el que llegan a exigir mas de que 1.000 euros. Pero ahí no termina su deuda, pues, bajo amenazas a ellas y los familiares que tienen en su país de origen, les piden hasta 300 euros diarios por vivir una pesadilla que algunas de ellas intentan poner fin escapándose y denunciándolo.