A la tremenda lista de siniestros ocurridos en las carreteras de nuestra provincia en lo que llevamos de año, ahora hay que añadir la no menos impresionante relación de muertes pasionales. Hay amores que matan.

Lo cierto es que, en proporción, desaparece más gente en la carretera o por cuestiones pasionales, que de muerte natural. Habrá que ir tomando nota en todo momento.

Lo de la nacional 340 es vergonzoso y en esto estamos todos de acuerdo. Urge una ampliación inmediata, pero el problema no acaba ahí, porque hay que recordar que la de Borriol se ha convertido en autovía y también hay accidentes casi todos los fines de semana. Habrá que aplicar aquí aquello de que a Dios rogando y con el mazo dando. Es prioritario adecuar las carreteras a las exigencias actuales, pero también lo es que la gente se mentalice de forma urgente de que es un servicio público a los demás y que debe observar con rigor las normas de circulación. Es delito matarse y mucho más, matar a los demás. Haya paz entre las gentes y desterremos cualquier tipo de violencia entre nosotros. Un desequilibrado es tan peligroso con un volante en las manos, como empuñando una pistola.