Tiempo de memoria. Ayer, 14 de junio, se cumplieron los 66 años de la entrada de las tropas franquistas en la ciudad de Castellón. Era en el año 1938. La guerra civil concluía en la capital de La Plana. Los soldados hicieron su aparición por diversas calles, como la avenida Lidón y la avenida del Mar, en medio del júbilo popular. A título de anécdota, uno de los conductores de los camiones del ejército franquista, dirigidos por el general Aranda era el padre de Xabier Arzallus, histórico dirigente del PNV.

Coincidiendo con esta fecha, y en una época en la que se van recuperando datos y protagonistas de una contienda que dejó muchas heridas, se presentó ayer en Librería Babel, dentro del Forum Babel, la Asociación de Pilotos de la II República Española a cargo de Javier Hernández, promotor de un documental sobre la historia de los aviadores del Ejercito republicano.

En la presentación participaron José Tena Escrig, de Vinar²s, y Enrique Pascual Alveró de Castelló, ambos mecánicos de este cuerpo. Otros supervivientes son Joaquín Betoret Oms y Doménec Ferrando de Torreblanca, que no pudieron desplazarse hasta la librería Babel. Son los rostros de un tiempo pasado, de una memoria recobrada que adquiere mayor relevancia más de 60 años después de finalizada la Guerra Civil.

Como recordaba Salvador Bellés el pasado domingo en su serial Seres Humanos de Castellón, dedicado a José María Iglesias Díaz, Arenillas, entre la tarde del 13 y la mañana del 14 de junio de 1938, las tropas franquistas entraban en la ciudad. Fueron saludadas por los castellonenses con brazos en alto y canciones de victoria. Porque claro, para unos era la victoria, pero para otros, el amargo sabor de la derrota y del ostracismo más cruel. Castellón, a partir de esa jornada entraba en un régimen que muy pronto se convirtió en paradigma de dictadura.

Mientras, al otro lado de la orilla se iba fraguando el destierro, los campos de concentración, el exilio tanto exterior como interior y la división.