La obesidad, o la acumulación excesiva de grasa en el organismo, constituye uno de los mayores problemas de la sociedad moderna, que daña la salud, reduce la calidad de vida y favorece una muerte prematura. Afecta principalmente a los países desarrollados, y se ha observado un aumento de su frecuencia en la mayor parte de los países del mundo, con unos costes económicos elevados producidos por el tratamiento de las enfermedades asociadas, y los derivados de su repercusión y adaptación social.

En los países desarrollados, la obesidad es una enfermedad con caracteres epidémicos. Así, en España si bien la situación no llega a cifras tan alarmantes como en Estados Unidos, los estudios reflejan un problema sanitario preocupante. Según el estudio SEEDO 2000, la frecuencia de obesidad en la población española es del 14,5%; además, un 0,5% se encuentra en rango de obesidad mórbida y se constata un aumento progresivo.

La evidencia de que el tratamiento médico (dietético, conductual y/o farmacológico) no consigue, a largo plazo, una pérdida del sobrepeso significativa y mantenida, así como los resultados espectaculares de algunas técnicas quirúrgicas, han llevado a la irrupción de la cirugía en el tratamiento de la obesidad. El aumento en número de operaciones es superior al 40% entre 2001 y 2003 en España, según la encuesta de la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad (SECO, 2004).

Cuando el paciente presenta obesidad mórbida, IMC superior a 40, la cirugía es la única arma terapéutica disponible en la actualidad para el tratamiento.

Se han descrito multitud de técnicas quirúrgicas. A finales de los años 80 se inició la era de las técnicas de la Banda Gástrica, que ponen un obstáculo alrededor del estómago cerca de su extremo superior, creando una pequeña bolsa y un conducto estrecho dentro de la porción más grande del estómago.

Se observó que la Banda presenta problemas postoperatorios y a largo plazo como:

-- Las complicaciones postoperatorias: Hernia gástrica entre el 3,6 y el 12,5% de casos; erosión o inclusión en el estómago de la banda, entre el 0,3 y el 2,8%; e infecciones, desconexiones o roturas del reservorio subcutáneo, alcanza entre el 2,6 y el 13%. (La mortalidad postoperatoria es pequeña).

-- Los escasos resultados en el mantenimiento en la pérdida de peso, recuperando el peso más del 60% de los pacientes.

-- Y la mala calidad de vida por la restricción de la ingesta y la presencia de vómitos.

Asimismo, los balones gástricos están confeccionados con un material plástico que se introduce en el estómago por endoscopia, se hinchan y ocupan gran parte de la cavidad del estómago, con lo que el paciente come menos. El tratamiento dura sólo seis meses y se retira, por lo que frecuentemente vuelve a engordar. Este método no soluciona el sobrepeso y existe el riesgo de que el balón se desplace al intestino.

Con el perfeccionamiento de las técnicas de Bypass (técnicas derivativas o reducción gástrica), se han ido abandonando las técnicas como la Banda Gástrica o las han ido limitando a un reducido grupo de pacientes con IMC bajos (próximos a 40), no golosos ni picoteadores, y que hacen actividad física regular.

Así, desde finales de los 90, el bypass gástrico y las técnicas malabsortivas son las predominantes.

El Bypass también se practica haciendo una pequeña bolsa en la parte superior del estómago. Se une a esta bolsa gástrica el intestino delgado y la comida pasa directamente desde la bolsa pequeña gástrica al intestino. El resto del estómago se vacía por el intestino delgado al intestino que se unió con el estómago. Con esta técnica conseguimos una menor absorción de los alimentos y un menor aprovechamiento de las calorías ingeridas, ya que los alimentos se saltan parte del proceso de la digestión y absorción de sus nutrientes.

La pérdida de peso es mayor con el Bypass y los pacientes pueden comer con mayor normalidad y pocas probabilidades de vomitar. La calidad de vida es muy buena y existe alta probabilidad de alcanzar y mantener el peso ideal. La pérdida promedio de peso con el Bypass es aproximadamente del 70% del exceso de peso. Sin embargo, la limitación más importante que presenta es la mortalidad postoperatoria entre el 1 y el 2%, por complicaciones de las enfermedades que acompañan a la obesidad (pulmonares, cardíacas, infección y embolismo), y otras relacionadas con la cirugía.

Este cambio de planteamiento queda reflejado en la encuesta que ha realizado la SECO, que pone de manifiesto que las técnicas derivativas (Bypass) se han aplicado en el 97% de los 2.658 pacientes intervenidos y la banda gástrica se aplico únicamente en el 1,9% de los pacientes.

Un factor importante en el planteamiento actual de la cirugía es la irrupción de la cirugía laparoscopia (operar con el abdomen cerrado) que ha demostrado grandes beneficios para el paciente en el postoperatorio. Su aplicación en la cirugía del bypass se inicia a principios del 2000.

En esta vorágine de técnicas y tratamientos se deben seguir las recomendaciones de las Sociedades Científicas, ya que la obesidad es una enfermedad, los pacientes son muy complejos y la mayoría de las veces con enfermedades asociadas importantes. El tratamiento consiste en una cirugía mayor que presenta complicaciones no despreciables, que exige a quienes la practican a entender la fisiología de la pérdida de peso de cada técnica quirúrgica y conseguir los objetivos planteados.

En la SECO (www.seco.org) se trabaja para que la práctica de esta actividad sea seria: consejos para el paciente, pautas de actuación según las características de la obesidad, acreditación del cirujano de la obesidad (bariátrico), formación, consentimiento informado, priorización en listas de espera,... y se estudian los problemas para mejorar el tratamiento quirúrgico de estos pacientes.