Estamos ya de lleno en el tiempo de Navidad. Y no hace falta ser muy entrado en años para contemplar cómo ha evolucionado la tradición y los motivos navideños en este país y, concretamente, aquí. Papá Noel está ganando terreno a los Reyes Magos hasta el extremo de que incluso se comentó hace unos años suprimir esta fiesta del calendario. El belén está perdiendo puntos ante el árbol con bolas y luces. Menos mal que todavía algunos organismos conservan y apoyan esta tradición secular. Y, para colmo, hemos de sufrir cada año el barbarismo del clásico abeto que no tiene más rigor que el puramente comercial, típico en otras latitudes, pero sin relación con esta tierra y cultura.