Me dice don Francisco Nieva, de la Real Academia Española, sensible autor teatral que la moda es historia y es sociología. Me asegura que en el siglo XIX se disponía de trajes para todo, para vestir de artista, de cajista de imprenta revolucionario, de filósofo, para vestir de rico... Y que al llegar en el siglo XX al tiempo de los intelectuales de izquierdas, los llamados progresistas, vino con ellos una imaginación sorprendente, ya que al no querer seguir las líneas oficiales del mundo burgués o capitalista, inventaron trajes, jerseys, camisas, gorras, bufandas, una nueva moda. Casi de artesanía.

Castellón ha tenido buena tradición de artesanos, los populares soleros, artesanos textiles, diseñadores de muebles o de zapatos, los de loza o cerámica, también los cajistas de imprenta y, de modo especial los sastres, artistas del traje, del vestir y de las modas.

Y al remontarme, aparecen en el catálogo de sastres los nombres de Mariño, Cebrián, Forcada, Collado, Soliva, Navarro, Valverde, Baeza, Roca, Vilar, Granell, Miralles, Beltrán, Noemí, Gómez, Del Moral, Leonidas, Avinent y, sobre todos ellos, el nombre de Vicente Loras, que fue también un personaje público en Castellón.

Cuando le conocí, mis posibles no llegaban a poder ser cliente de su taller. Supe de él cuando mi vecino Luis Rodríguez me enseñaba sus chaquetas con las mangas que tenían la botonadura abierta, con ojales y vida propia, aquello que llenaba de asombro a los pertenecientes a la generación de los Cortefiel, Reverter, El Corte Inglés o Pedro del Hierro, las gentes de nuestro tiempo.

LA VIDA El matrimonio que formaban el sastre Vicente Loras Almela y Vicenta Torres Fabregat, familia muy representativa de Castellón, tuvieron dos hijos, Vicente y Vicenta. El futuro famoso sastre Loras nació el 9 de mayo de 1898 y se le recuerda de niño como alumno del maestro Canós muy aplicado en la lectura y en los trabajos manuales. Su padre quiso que tuviera su mismo oficio de sastre, y le inculcó su propia afición a la caza. Así que le fue enseñando los secretos del corte, de los patrones y los ojales, de las guatas y las gasillas, del difícil arte de picar las solapas de las chaquetas. Incluso del seguimiento de las tendencias en la moda.

En lo referente a la caza, el chico ingresó muy pronto en el popular Círculo de Cazadores San Huberto. A él perteneció hasta el final de su vida, a excepción de aquellos años en que estuvo recluido en Barcelona "aprendiendo bien el oficio". Allí comenzó su muy buena relación con Tamburini y Gorina y otros famosos fabricantes de tejidos, de tanta tradición en Cataluña.

En la calle Vera se encontraba el taller familiar de sastrería hasta que, al morir el titular, Vicente tuvo que hacerse cargo del negocio. Y lo hizo con todo entusiasmo, creando nuevos tarjetones de invitación, comprando las mejores telas, diseñando también cortes para vestidos de señora, capas, abrigos, trajes-chaqueta. Y también sotanas para sacerdotes. Trasladó su taller al actual edificio del Banco de Valencia, cuando estaba allí el Banco de Castellón, y la Puerta del Sol era plaza de Castelar, primera casa de la ciudad con ascensor, con cien anécdotas al convertirse cada piso en objeto de deseo para los que deseaban subir y bajar una y otra vez sin usar las escaleras. En aquel 1924, su categoría profesional, su bonhomia y su simpatía le convirtieron en presidente de la recién creada Peña Alegría con sede en el Círculo Mercantil, un censo impagable de personajes, 30 en total. Me llega el eco de algunos nombres, Ernesto Casas, Ernesto Calduch, Pedro Viciano, José Chermá, Vicente Moliner, Eduardo Viciano, Dols Pérez, Peris Agost, Antonio Viciano, Jaime Ballester, Braulio Godes, Ripoll Gómez, Francisco Cazador, Tino Peña, Adolfo Vedrí, Luis Serrano, Miguel Vivas...

En abril de 1931 contrajeron matrimonio Amparo Castellano Sancho y Vicente Loras. Ella era hija del "rico comerciante en vinos", José Castellano, como señalan las gacetillas de la época, y todos pusieron empeño en que la ceremonia se celebrase, y así fue, en la iglesia de San Miguel, en la calle Enmedio, como espectacular acontecimiento en Castellón. Tuvieron dos hijas, Amparo, que contrajo matrimonio con Manolo Dauffí y Rosa, que se casaría después con Juan Antonio Rodríguez.

El sastre Loras tuvo entonces que compartir sus amores. La familia, la sastrería y la caza. Y el golpe de suerte familiar con los millones del "gordo" de Navidad, en la lotería de 1934. Su nueva y hermosa casa en la calle Bartolomé Reus y el gran éxito obtenido en Canto Blanco, de Madrid, al ganar el 18 de mayo de 1950 el Campeonato del Mundo de Tiro de Palomas a Brazo. Le acompañaban otros compañeros del Círculo de Cazadores de Castellón, que también obtuvieron premios aunque menores, como Alejandro Marín Buck, Félix Roig Morelló y Vicente Pellicer Ripollés.

El coche Seat 600, blanco, que se compró Loras fue un juguete para él hasta el final de sus días, cuando falleció en abril de 1986. Las sencilas anécdotas en torno al coche amado, ayudan a recordar con ternura y cariño a un ser humano muy querido, con amigos entrañables en sus años finales, los Fabra Andrés y los Carreras, Ángel Mateo, Alegret, Jaime Masip, Juanito Serrano...