Con los votos a favor del PP y en contra del PSOE y el Bloc, los presupuestos de la Diputación para el año 2006, que ascienden a 139 millones de euros, salieron ayer adelante en el transcurso de un debate en el que los tres partidos políticos se enzarzaron en mutuas acusaciones y en las que el presidente de la institución, Carlos Fabra, acusó a los socialistas de "no creer en las diputaciones".

Fabra recordó a la oposición que la "única forma de financiación de las instituciones provinciales son los tributos del Estado, que dan lo que nos corresponde de acuerdo con el esfuerzo fiscal de los ciudadanos y el número de habitantes", en contestación a las críticas vertidas por socialistas y nacionalistas de "un aumento de las aportaciones del Estado para el presupuesto provincial y la falta de recursos propios".

Carlos Fabra también desautorizó al portavoz socialista y alcalde de Onda, Enrique Navarro, para criticar la deuda de la corporación porque su Ayuntamiento "ha superado los niveles permitidos de deuda y ha tenido que recurrir a un plan de estabilidad económica".

El vicepresidente de la Diputación, Vicent Aparici, a la hora de la defensa de las partidas, señaló su carácter "inversor, social y de acción ambiental". Recalcó que "el 25% del presupuesto se dedica a obras y carreteras, el 21% a acción social, el 17% a medio ambiente y el 14% a cultura".

Por su parte, Enrique Navarro, calificó de "agotado" el proyecto de los presupuestos de la institución y también de no responder a las "necesidades que requieren todos los ayuntamientos".

UN GRAN PACTO Navarro reclamó "un gran pacto sobre un nuevo modelo de la Diputación hacia una segunda descentralización en la que se atiendan las necesidades municipalistas".

Por su parte, Josep Maria Pañella, por el Bloc, abundó en "la dependencia directa de las transferencias del Estado en el presupuesto provincial".