Algo extraño está sucediendo en la parroquia de los Carmelos y no me refiero a sus conocidos problemas con el Ayuntamiento. En una semana se ha producido ya un par de veces, -que yo sepa-, un retraso de casi una hora para la celebración de una misa de entierro. Hace unos día fue el padre de un querido compañero y anteayer, el de otro señor. La hora convenida eran las cuatro de la tarde y allí estaba el féretro y todas las personas que acudieron a la celebración eucarística. En ambos casos el templo estaba cerrado, el sacerdote que se supone tenía que celebrar llegó poco antes de las cinco, con lo que muchas de las personas tuvieron que marcharse antes de empezar la celebración. Algo falla.