Llegué ayer en mi utilitario a la explanada donde aparcan los coches frente al Hospital General y comprobé una vez más cómo unos morenos de mediana edad me indicaban con señas dónde tenía que estacionar. Lo más curioso fue que al salir del coche cogí una moneda para dar a uno de ellos la propina correspondiente y a partir de ese momento asistí a una discusión en idioma extranjero entre ellos para decidir cuál debía recibirla. Insisto una vez más en que el Ayuntamiento o quién corresponda está perdiendo una magnífica ocasión para crear y regular plazas de guardacoches en diferentes puntos de la ciudad que todos conocemos. Se daría trabajo a mucha gente y lo agradeceríamos.