"Cuando los padres trabajan es muy difícil controlar la alimentación de los hijos porque normalmente almuerzan, comen e incluso meriendan en el colegio y, si son más mayores, tampoco puedes mandarlos a clase sin dinero, aunque luego se compran lo que quieren". Esa es la opinión de Jasmith Vargas, una joven residente en Castellón que ha visto cómo sus dos hijas engordaban "más de lo normal" en el colegio, "especialmente la pequeña, que ha subido de peso desde que va a la guardería", decía.

Vargas considera que hay más obesidad infantil porque muchos padres "no podemos estar al lado de los niños todo el día y muchos menús de los colegios no están bien diseñados. Mis hijas, por ejemplo, comen mucho pan".

En este sentido, la doctora Cintia González asegura "que, aunque es cierto que muchos de los menús de los colegios no son adecuados desde el punto de vista nutricional, tampoco lo son en muchas ocasiones los hábitos de alimentación en casa, que el niño adquirirá". Por eso, son importantes las buenas costumbres desde el nacimiento, "la lactancia materna, al menos por tres meses, presenta un efecto protector en los niños pequeños, lo mismo que el consumo de cuatro raciones de fruta y verdura al día; o fraccionar las comidas en tres o más raciones diarias".