Era cuestión de tiempo, pero la crisis del primer partido político de España, la Unión de Centro Democrático, estaba servida y era ya una realidad evidente que ni siquiera los dirigentes más afines al presidente Calvo Sotelo podían negar. Francisco Fernández Ordóñez, el líder del ala socialdemócrata de la UCD, abandonaba el Gobierno donde ejercía de ministro de Justicia y los órganos ejecutivos del partido para, en una segunda fase, desvincularse del partido que fundó en 1977 Adolfo Suárez y recalar en el PSOE de Felipe González, a quien todos daban ya como favorito en los comicios previstos para el año 1982.

Las intenciones de Paco Ordóñez, como se conocía al superministro socialdemócrata, provocaron un auténtico tsunami en la UCD que a duras penas se enfrentaba a un nuevo curso político en el que el presidente Calvo Sotelo iba a necesitar más apoyos que nunca. El grupo parlamentario centrista se desangraba día a día por la derecha con las díscolas figuras de Miguel Herrero de Miñón, que era paradójicamente su portavoz y la de Óscar Alzaga, líder de los demócratacristianos. Por la izquierda, la fuga de Fernández Ordóñez supuso una nueva vía de agua de una situación que se agravó aún más con la irrupción en el panorama político del liberal Antonio Garrigues Walker, hermano del fallecido Joaquín, quien pretendía recoger el testigo dejado por su hermano y encabezar la familia liberal.

Un lío mayúsculo que en Castellón se reflejó también en la tensiones entre el llamado sector socialdemócrata liderado por los parlamentarios Benjamín Casañ, Manuel Cerdá y José Antonio González Monterroso y el aparato que dirigía José Ripollés con la supervisión del ministro Lamo de Espinosa y el soporte tácito del presidente de la Diputación, Joaquín Farnós que era quien de verdad controlaba la organización gracias al apoyo de los alcaldes centristas de la provincia. Además, la UCD castellonense se vio inmersa en otro problema de difícil solución con el enfrentamiento que protagonizaron en Nules, uno de los feudos de UCD, el alcalde Vicente Porcar Bigorra, con la ejecutiva local de su partido. Un conflicto que saldó con la expulsión del entonces joven alcalde.