El Ayuntamiento detectó hace días que unos gamberros habían cosido a perdigonazos dieciocho farolas de la avenida Ferrandis Salvador. A estas hay que añadir las de la avenida Serradal, que denunciamos aquí hace un montón de tiempo, y que corrieron la misma suerte. Y, por supuesto, los continuos robos que se producen en villas, chalets y apartamentos en esa misma zona, ante la desesperación e impotencia de sus propietarios. Mientras Ferrandis Salvador, Serradal, camino La Plana y adyacentes --incluida gran parte de la Marjaleria-- continúe siendo algo así como una ciudad sin ley, seguiremos asistiendo a actos vandálicos de esta naturaleza. Es el paraíso de delincuentes y lo peor es que todo el mundo es perfectamente consciente, pero hasta hoy nadie ha impuesto la correspondiente medicina preventiva.