Sobre el papel era solo el tradicional almuerzo de confraternidad organizado en Gilet (Camp de Morvedre) por el secretario de Finanzas del PSPV-PSOE, Josep Cataluña, como cada año en estas fechas. Sin embargo, el carnet de identidad de algunos asistentes confería un evidente trasfondo político a la cita de ayer: el exministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla, compartía mesa y mantel con Joaquim Puig y Jorge Alarte --aspirantes como él al liderazgo en el seno de los socialistas valencianos-- por primera vez desde que se abrió el melón sucesorio tras las pasadas elecciones autonómicas. Y en el papel de mediador ejercía el senador y expresidente de la Generalitat, Joan Lerma, respetado por todas las partes y ungido desde Madrid para tutelar la hoja de ruta de una transición de liderazgo donde prime el diálogo entre bastidores sobre la bronca a micrófono abierto.

SILENCIO Durante el almuerzo festivo en el que estuvieron presentes medio centenar de militantes, ni Jorge Alarte ni Jordi Sevilla quisieron pronunciarse sobre el proceso orgánico de sucesión de Joan Ignasi Pla que culminará, salvo sorpresa, en el congreso ordinario previsto en julio del 2008. Prefirieron degustar la paella y conversar entre ellos sin mirar a la cámara ni perder la sonrisa.

En cambio, el primer edil de Morella y diputado autonómico, Joaquim Puig, dirigió su atención al otro flanco de la mesa, donde se situaba Lerma --su mentor político-- con Pla, Cataluña y el secretario de Organización del PSPV, Vicent Sarrià. El barón socialista en las comarcas del norte afirmó que ahora solo es momento de que cada cual "ponga de su parte para que las elecciones generales ocupen el primer lugar y se trabaje para que la aportación valenciana sea clave en la victoria de Zapatero".

Según Puig, lo que hay que hacer en estos momentos es lograr que la Comunitat Valenciana tenga un protagonismo "real" en el programa electoral con el que el PSOE concurrirá a los comicios, pues para el congreso del PSPV "todavía queda un año y pueden pasar muchas cosas".

Puig aseguró que, si los militantes así lo deciden dentro de un año, está dispuesto a colaborar para alcanzar la Generalitat en la próxima cita electoral, que en todo caso siempre será "menos de lo que el partido me ha dado a mí", pero insistió en que la clave pasa por hacer partícipe a la sociedad valenciana de las acciones de Zapatero y lograr superar los últimos reveses.

Respecto a la prolongada sobremesa que compartieron en Gilet el alcalde de Alaquàs y el exministro, fuentes socialistas restaron importancia al acercamiento público que visualizaron ambos con el secretario general de la Agrupación de Valencia, Rafael Rubio, como testigo. "Dudo mucho de que Alarte ponga en riesgo el entendimiento que mantiene con Puig para acercarse a Sevilla porque su principal valedor --Rubio-- aún no ha olvidado las palabras del exministro en precampaña electoral cuando anunció un candidato sorpresa al Ayuntamiento que al final fue Carmen Alborch y no él", analizaba ayer un destacado dirigente castellonense.

BÚSQUEDA DE APOYOS Según la citada fuente, es Alarte quien dispone de cierta ventaja entre las diferentes familias socialistas --fundamentalmente de Valencia capital y su área metropolitana-- mientras que el exministro reduce su cuota de fieles a un importante sector de la militancia en Castellón. Jordi Sevilla intensificará en las próximas semanas la toma de temperatura de los apoyos de que dispone en la Comunitat antes de decidir si presenta la candidatura.