La Unidad de Salud Mental de la Infancia y la Adolescencia (USMIA) ha constatado cómo en los últimos años se ha incrementado el número de pacientes atendidos cuando la "separación de sus padres" era una variable adicional en su historia clínica. "Aunque esta variable no está considerada propiamente como un trastorno psicopatológico, en algunos casos va unida a un trastorno mental que sí requiere tratamiento", señalan fuentes del USMIA. De hecho, un 18,3% de los menores con padres separados atendidos por este servicio presentaba alteraciones del estado de ánimo, un diagnóstico seguido en frecuencia por los efectos causados por el estrés postraumático, depresivos, de ansiedad y adaptativos, y problemas de la conducta alimentaria, trastornos del sueño y otros.

Estas patologías surgen principalmente en casos de separación particularmente conflictiva en los que el menor es el que sufre las consecuencias de las desavenencias de sus padres.

Por el contrario, un 30% de estos niños y preadolescentes con padres separados que acudió a Salud Mental no presentó ningún tipo de psicopatología y, por tanto, fue dado de alta.