"Cuando calienta el sol, aquí en la playa...", lanza a través de los altavoces la voz enlatada pero melódica de los hermanos Rigual, cubanos, mientras, despojado del chaleco y con un gesto serio dibujado en el rostro, Francisco Sales baila al son del ritmo pausado que marca su mujer, María Bernat.

Alrededor de ellos, 83 parejas más de jubilados unidas por medio siglo de convivencia junto a otros 800 mayores de Castellón congregados en La Pérgola gracias a una invitación del Ayuntamiento. Unos, mueven las caderas en la improvisada pista de baile; otros, conversan sentados a escasos metros a la luz de una vela. Todos rozan el umbral octogenario y derrochan salud, optimismo y sobre todo, muchas ganas de vivir.

"Nos conocimos aquí mismo, veníamos a bailar porque entonces era una de las pocas distracciones que teníamos", recuerda Francisco. "La ví, bailé con ella, pensé que sería mía... y ya ves, desde entonces llevamos toda una vida juntos", añade este burrianense de 78 años mientras su mujer asiente risueña. "Él me cuida mucho y me ayuda a hacer la cena todos los días, la verdad es que nos llevamos muy bien aunque la convivencia, a veces, no es fácil", admite María. Los dos coinciden en afirmar que, con tanto tiempo disponible, el mayor aliciente es el cuidado de su única nieta de 12 años. "La hemos criado nosotros; la vida ha cambiado mucho respecto a nuestra época porque los padres trabajan, pero para nosotros es una gozada", confiesa María.

Inolvidable guateque

Josefa Soledad y Manuel Fortanet también se conocieron en uno de aquellos inolvidables guateques en La Pérgola que amenizaba el grupo The mamas and the papas y su célebre canción "California dreaming". "Me crié en una casa de labradores hasta que me casé y me hice chófer de camión; fue toda una vida trabajando pero me siento joven y con ganas de vivir", confiesa Manuel. Su mujer asegura que los 77 años de edad no le impiden "ir todos los días a gimnasia y al taller de pintura en tela". El secreto de los 50 años de convivencia es, según añade, sencillo: "Respetarnos y querernos pese a que discutamos mucho; lamentablemente, los jóvenes de hoy no se llevan tan bien", reflexiona Josefa mientras, a su espalda, el alcalde Alberto Fabra reparte besos y abrazos.