Situado Francisco Ribalta en Italia, tuvo como maestro a un notable pintor, padre de una hermosa muchacha. Ribalta empleaba cualquier procedimiento para congraciarse con la familia, para hacerse querer. Enamorado y correspondido por la chica tuvo que convencer de su nivel como pintor al maestro, quien dejó para ausentarse unos días una obra sin concluir, trabajo que él realizó con verdadero deleite de su prometida. Al regresar el maestro y ver el trabajo terminado, le llamó la atención su bella ejecución y dirigiéndose a su hija le dijo: Con este sí te casaría yo, y no con ese Ribalta, del que hablan todos. Padre, pues ha sido precisamente Ribalta el autor y me alegro de que te haya gustado.... Al parecer, hubo boda, todo acabó como una buena historia.