Francisco Solsona fue presidente de la Diputación de Castellón desde el año 1983 hasta 1995. Fue una etapa larga y dilatada que coincidió con la hegemonía socialista en España bajo los gobiernos de Felipe González.

Solsona se caracterizó por su gran simpatía, su honradez y por haber sido un presidente cercano a los ciudadanos. Fue una etapa prolífica que aún recuerdan los castellonenses. Pero la carrera política del que, sin duda, fue uno de los referentes del socialismo castellonense en los años 80, pudo tomar otros derroteros si hubiera salido victorioso de su pugna con el entonces alcalde socialista de Castellón, el abogado Antonio Tirado. Todo ocurrió en la semana previa a las fiestas de la Magdalena de 1983, cuando se convocó una asamblea local socialista en Castellón. Una familia que, por cierto, acudía a aquella decisiva reunión muy dividida y fragmentada por la acción de los distintos clanes que siempre han lastrado al socialismo valenciano. Por un lado, los nacionalistas desembarcados en el PSOE desde el antiguo PSPV. Por otro lado, los cristianos que tenían en Clemente Agost su máximo referente, y los ugetistas, dirigentes del sindicato socialista, como Juan José Vázquez. También estaban los antiguos militantes del PSP de Tierno Galván, que tenían a Felipe Guardiola como hombre fuerte. Y por último, pintaban, y mucho, los tiradistas que, encabezados por el alcalde Tirado, tenían como referentes a los ediles Miquel Bellido, José Luis Villamarín y Pepe Vicent.

En aquella primera asamblea todas las fuerzas socialistas se unieron para evitar que Antonio Tirado fuera candidato. Aún pesaba el enfrentamiento del alcalde con la entonces todopoderosa UGT y con el sector nacionalista, que le consideraba un burgués españolista. En aquel cónclave se presentó una candidatura alternativa a la del alcalde encabezada por el entonces concejal de Hacienda, Francisco Solsona, que se impuso por la mínima sobre los tiradistas. De esta forma, el PSOE descabalgaba a un alcalde muy bien valorado. Todo un problema para el nuevo secretario general de los socialistas valencianos, Joan Lerma, que sabía del peso político de Tirado en Castellón. Ello llevó a anular la asamblea y dejarla sin efecto.