Fue una noche pavorosa en la que el Desert de les Palmes, el pulmón verde de la Plana, ardió por los cuatro costados. Era el mes de agosto de 1985 y los castellonenses, aún sobrecogidos por la estela de atentados perpetrados por ETA en estas tierras, no dieron crédito a lo que veían sus ojos, cuando un pavoroso incendio arrasó todo el Desert, que aún no contaba con la declaración protectora de parque natural. Todo ocurrió en la madrugada del día 8 de agosto, cuando en la Font de Miravet se inició el fuego.

Soplaba aire de poniente y el ambiente estaba muy seco, por las elevadas temperaturas que se habían alcanzado en aquel verano de 1985 y por la falta de precipitaciones. Todo este cóctel meteorológico facilitó que la catástrofe ecológica llegara en cualquier momento. Pudo ser una colilla o quizá fue un fuego intencionado, pero lo cierto es que, en pocas horas, el incendio afectó ya al corazón del Desert, de forma que la Guardia Civil se vio obligada a desalojar el monasterio de frailes carmelitas, la casa de espiritualidad, el restaurante y las urbanizaciones que jalonan la subida al paraje desde Castellón. El fuego avanzó a una velocidad desorbitada en un día aciago y con las condiciones meteorológicas adversas.

En aquellos años ochenta aún no se había constituido el Consorcio Provincial de Bomberos y la extinción de incendios forestales no estaba coordinada por las distintas administraciones. Tanto fue así que el Ministerio de Agricultura coordinó la actuación de las fuerzas de seguridad desde el Gobierno Civil. Los Ayuntamientos de Benicàssim y Castellón enviaron sus efectivos de Policía Local y los bomberos de Castellón dependían únicamente del consistorio. Pese a todo, se instaló en el Ayuntamiento de Benicàssim un puesto de mando unificado para coordinar todos los efectivos para la extinción del incendio. Además, se pidió la colaboración de voluntarios, que acudieron de todas las poblaciones próximas al Desert de les Palmes. Las labores de extinción se prolongaron durante dos días, en los que una gran nube de humo cubrió toda la comarca de La Plana y especialmente el término municipal de Benicàssim. El balance fue devastador, mil quinientas hectáreas de bosque quemadas, en un desastre ecológico sin precedentes en la historia de Castellón. H