Las palomas vagan libremente por la ciudad, aunque causando muchas veces problemas. Publicaba ayer Mediterráneo la denuncia de unos vecinos del grupo 14 de junio de Castellón en la que exponían su indignación y preocupación por la ocupación de un inmueble. Argumentaban desde la agrupación que su preocupación no solo residía en la imagen del edificio y en el olor que desprenden los excrementos de dichos animales, sino en los problemas de salud que pueden transmitir estos. Pues estas aves urbanas son muy peligrosas en este sentido.

La ciudad de Castellón ha querido echar a estos pájaros de muchas calles y plazas. Santa Clara, quizá, sea el ejemplo más claro. El Ayuntamiento trabajó por desplazar estos animales, tanto por ser un peligro contra la salud pública como por desgastar los cimientos urbanos.

Las palomas no solo sufren enfermedades comunes a los seres humanos, sino que además constituyen un importante vehículo de transmisión de gérmenes desde los focos infecciosos, como sobras de comidas, basuras o excrementos caninos, hasta los ciudadanos. Las aves son capaces de transmitir alrededor de 40 enfermedades diferentes a las personas. Entre ellas destacan la psitacosis y ornitosis, contraída por la exposición de aerosoles; la salmonelosis, por culpa de la ingesta de alimentos contaminados; la aspergilosis, por la exposición ambiental; o la criptococosis, debido a la concentracción de nidos de paloma.

El contacto directo con los excrementos y la inhalación de los mismos en forma de aerosol son suficientes para llegar a ocasionar estos graves trastornos, según informan desde la clínica veterinaria San Franscisco de Castellón.

DETERIORO URBANO // Pero las palomas no solo afectan a las personas, también a las construcciones urbanas. La acción química de sus excrementos (con gran contenido en ácido úrico y ácido fosfórico) desintegra cementos y hormigón, piedra caliza y deteriora gravemente el resto de materiales. Las aves, además, picotean los materiales deleznables (revocos de fachadas y cementos de tejados, por ejemplo) para conseguir los necesarios aportes minerales de los que son deficitarios en su dieta. Durante la construcción de los nidos, se avituallan de cables y otros elementos constructivos.

UN AVE ODIADA // Es por motivos como estos por los que mucha gente no se siente cómoda con estos pájaros a su alrededor. La posiblidad de contraer infecciones, el deterioro del mobiliario urbano y el sonido que producen, sobre todo, por la noche y a primeras horas de la mañana, provocado por sus movimientos y, especialmente, por sus arrullos, son algunos de los condicionantes en la gente. Sin embargo algunas personas siguen cuidando a las palomas en los parques de la ciudad, ofreciéndoles pan duro, a pesar de estar prohibido por una ordenanza municipal. No es nada extraño ver juntos a abuelo y nieto ofreciendo migas en el Parque Ribalta, rodeados de decenas de ejemplares. Ahí, las palomas no son tan odiadas. H