Carme Chacón ha dado el primer paso para liderar el PSOE y Ximo Puig está con ella. Chacón no ha esperado a que Rubalcaba se pronuncie sobre su futuro porque, quizá, ya lo ha hecho. Al tono y perfil bajo que ha mantenido desde la debacle electoral socialista el 20-N, se unió el lunes su discreta intervención, casi de guante blanco, en el pleno de investidura de Rajoy. Y muchos interpretan que estos dos indicadores hacen pensar que a Rubalcaba no se le espera en la lucha por la secretaría general del PSOE. De ahí que un grupo de 25 destacados dirigentes socialistas hayan dado ese primer paso cara a la cita congresual de febrero.

En clave de PSPV, la decisión de Puig ha provocado un tsunami en Blanqueries y disipa cualquier duda de que el pacto entre Puig y Alarte caducó el 20-N. Desde entonces (desde siempre) cada uno juega sus cartas y la de Puig ya sabemos cuál es. Ahora Alarte, alineado con el aparato (Blanco-Rubalcaba), muy débil en su liderazgo y totalmente descolocado por la iniciativa de Puig, deberá esperar acontecimientos con la difícil papeleta de que si la opción que presente Ferraz (nadie duda de que los Felipe, Blanco, Rubalcaba, Bono y el todopoderoso PSOE andaluz no dejarán que la de Chacón sea la única candidatura) no es la ganadora, sus aspiraciones de repetir como secretario general del PSPV se evaporarían en favor de Puig o de Leire Pajín, peleada con Blanco y Chaves, y que no ha firmado el manifiesto pero sí lo ha hecho el diputado por Alicante Federico Buyolo, uno de sus afines.

Otra lectura a tener en cuenta es que se difumina la posibilidad (si alguna vez existió) de que la delegación valenciana (y por ende la castellonense) vaya unida y con una sola voz al congreso federal de Sevilla. Cada una de las partes en juego, Alarte, Puig y Pajín, intentará captar al mayor número de delegados para su causa, por lo que la guerra en los congresos provinciales está asegurada. Vamos, lo de siempre.