En cinco años, desde 2006, el consumo de antidepresivos ha crecido un 30%, al igual que de las benzodiacepinas, que se prescriben casi un 13% más. Son datos del estudio presentado en el último Congreso de la Sociedad Española de Médicos de Familia y que, según los expertos consultados, coinciden con la evolución que se vive en Castellón, que se ha agudizado en los últimos meses.

En cuanto a las causas, además de una mayor tendencia hacia los desequilibrios en la salud mental consecuencia de los serios problemas que la prolongada crisis económica supone para colectivos cada vez mayores, se centran en la creciente medicalización del sufrimiento y de los procesos de adaptación a dificultades cotidianas que no son excepcionales.

En este sentido, el psiquiatra del Hospital Provincial de Castellón Gonzalo Haro explica que “la gente cada vez es menos tolerante a situaciones dolorosas, soporta menos el sufrimiento y va al médico de cabecera para resolverlo”. Haro añade que “es una forma de llegar a estar bien de forma artificial, una alternativa en todo caso mejor que el consumo excesivo, por ejemplo, del alcohol, tal y como ocurría con muchos hombres hace pocos años”.

alerta // El psiquiatra del Consorcio Hospitalario, quien recuerda el cambio social por el que se han perdido sistemas de adaptación a las dificultades como acudir al cura o los periodos de luto, considera positivo que se prescriban más antidepresivos y menos benzodiacepinas (Valium, Tranxilium, Orfidal, Trankimazim...).

La razón está en que estos últimos “solamente hay que tomarlos hasta un máximo de ocho semanas si no se tiene una enfermedad mental, porque ya se sabe que las benzodiacepinas son adictivas y nuevos estudios señalan que también provocan deterioro cognitivo, es decir, demencia”.

Por su parte, la secretaria del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Castellón, Asunción Vicente, afirma que “tanto por lo que vemos aquí en la oficina de farmacia, como a nivel colegial, lo cierto que ha subido muchísimo el consumo de los antidepresivos y también de los ansiolíticos, tranquilizantes y otros fármacos como los inductores al sueño”.

En el caso de Trankimazim, un ansiolítico de uso común, la profesional aporta el dato de que en su farmacia se ha pasado en un año de 273 unidades a 400, lo que representa un alza del 46,5%.

Vicente explica que vincula esta evolución a varios motivos. Por un lado, indica, farmacéutica “es la época que vivimos, con una crisis económica y dificultades añadidas que causan desazón en las familias; por otro, el consumo de drogas, que está asociado”.

Por último, Asunción Vicente apunta que “entre la población femenina el consumo de este tipo de medicamentos es mucho más elevado que entre los hombres, tal vez por el síndrome del ama de casa, pero lo que vemos es que muchas mujeres que no tienen problemas objetivos claramente visibles se sienten mal y toman ansiolíticos, tranquilizantes o antidepresivos en una medida mayor que los varones”. H