No es un tópico ni una excusa, pero la suerte y la justicia también han abandonado al Castellón en esta larguísima travesía del desierto. Como en la ida, La Nucía se llevó los tres puntos en un partido con todo el marchamo de 0-0. Y como en el Camilo Cano, el árbitro tuvo mucho que decir con una actuación lamentablemente chulesca, equivocándose en una acción decisiva que, antes del primer gol visitante, hubiera provocado la expulsión de un central alicantino. A perro flaco todo son pulgas... y esto sí es un tópico que refleja lo que sucede en torno a los orelluts.

Aunque los dos equipos coincidían en buscar la cuarta victoria seguida, Castellón y La Nucía son, futbolísticamente, antagónicos. Los jóvenes discípulos de Fernández Cuesta, frente a un rival talludito y entrado en años que, fuera de casa, se aferra a su versión más rácana. Por el contrario, el CDCS sí propuso fútbol, pese a las dantescas condiciones meteorológicas. Con Hugo García, único delantero disponible, en el banco, Cuesta apostó por la velocidad arriba de Juste y Julián, resguardados por cuatro teóricos mediocentros, Aarón y Mareñá, los de mayor calidad, pegados a la cal. Una versión -empujado por los condicionantes- made in la Plana de la filosofía del Barcelona o la selección española, con todas las reservas de tamaña comparación. Desgraciadamente, Xavi, Iniesta y compañía no visten de albinegro, así que las buenas intenciones se diluían en los abundantes charcos de Castalia.

La decoración pudo y tuvo que cambiar en el minuto 31, cuando Fernández Vidal perdonó la expulsión a Toni García, por frenar a Juste cuando enfilaba a Emilio. Solo amarilla y todos de uñas.

La falta de centímetros ante un rival germanizado jugó una mala pasada en la primera vez que La Nucía pisó el área local. Tato, de cabeza, acertaba en un córner ya muy cerca del intermedio.

El Castellón siguió a lo suyo, solo que el campo estaba impracticable y no permitía rasear. Reaccionó Cuesta metiendo a Hugo García, que hizo un flaco favor al ser expulsado, dejando a su técnico sin delanteros para Novelda. A los orelluts no les bastó con el empuje: no crearon peligro. A la contra, La Nucía sentenció: dos llegadas, dos goles... y fin al sueño, si es que todavía perduraba.