Era una de las estampas más singulares de la Semana Santa capitalina. Tenía lugar a las 13.00 horas del Viernes Santo. Era la llamada procesión de “las tejas” en el traslado procesional de la imagen del Sant Sepulcre desde la iglesia de la Purísima Sangre hasta la concatedral. Rafael Molina, cofrade de la Sangre evoca un cortejo procesional que “congregaba a miles de castellonenses, y en el que centenares de mujeres con teja y mantilla acompañaban a la sagrada imagen del Cristo Yacente en una manifestación de fervor y religiosidad”.La procesión fue suprimda en la década de los 70 del pasado siglo con los nuevos vientos impulsados por la iglesia con el Concilio Vaticano II, pero en la memoria colectiva de la ciudad se conserva el recuerdo de esta celebración sacra de piedad y de devoción y fe popular.