La reunión del consejo de administración del Castellón fue noticiable, no por lo que trataron dentro de Castalia -al menos, no ha trascendido nada, por el pacto de silencio de los cuatro consejeros que acudieron-, sino por lo que sucedió al final. Un grupo de indignados albinegros manifestaron, de forma clara y rotunda, que no quieren ni a Jesús Jiménez ni a Isidoro Gasque. Lo demostraron con gritos y, los más exaltados, dando golpes y arrojando objetos a los automóviles del consejero delegado y el presidente, que trataban de irse antes de la cosa fuera a mayores. Hubo momentos de tensión, prueba del grado de frustración que los actuales mandamases de la entidad han ido sembrando.

Por partes. Después de tres horas, Jiménez delegó cualquier manifestación en el presidente y éste remitió a la rueda de prensa convocada para esta mañana (11.00 horas) en el mismo escenario. Ni siquiera confirmaron la huida hacia adelante del de Foreni Capital -es decir, si la intención de acogerse al concurso de acreedores sigue adelante-, ni mucho menos si el empresario castellonense, puesto entre la espada y la pared por aquél, presentaba la dimisión junto a los otros consejeros presentes (los castellonenses Xavier Gargallo y Manuel Rodríguez), debido a las discrepancias con Jiménez, que les ha colocado ante el escarnio público.

Una vez fuera, les esperaban una treintena de personas, entre ellas empleados y exempleados, seguidores de a pie y media docena de futbolistas. Santos, Héctor Peña, Hugo García, Stefan, Álex Felip y Guille Vázquez asistieron, atónitos, a cómo los más indignados llamaban de todo a Gasque que, en vano, se detuvo para intentar razonar con ellos. La salida de Jiménez enervó más los ánimos. Hasta el punto, de que le abrieron una puerta del coche.

LOS REPROCHES // “Mentirosos”, “vais a acabar con el Castellón”, “Jesús, ¿dónde está el dinero...?”, “Isidoro, sabemos dónde vives”... eran algunos de las frases que les lanzaban. Esta mañana, todos alerta otra vez ante la comparecencia de Gasque, a la que volverán a acudir varios futbolistas.